15 de mayo: Día del Maestro, un homenaje a quienes aún creen en el poder transformador de la educación

En medio de una sociedad fracturada por discursos vacíos y promesas incumplidas, los maestros del Cauca siguen siendo el faro que guía a las nuevas generaciones hacia un futuro con principios, valores y esperanza.

15 de mayo: Día del Maestro, un homenaje a quienes aún creen en el poder transformador de la educación

Hoy, 15 de mayo, Colombia conmemora el Día del Maestro, una fecha para agradecer profundamente a quienes han consagrado su vida a la formación de ciudadanos íntegros. En el Cauca, tierra de contrastes, de luchas históricas y desafíos permanentes, rendimos homenaje a los educadores que, desde la ruralidad hasta las aulas urbanas, continúan sembrando futuro con vocación, esfuerzo y amor por su comunidad.

El Día del Maestro en Colombia se celebra desde 1950, cuando el entonces presidente Mariano Ospina Pérez lo oficializó en honor a San Juan Bautista de La Salle, patrono de los educadores. Más allá del origen religioso, esta fecha se ha convertido en una oportunidad para reconocer la labor de hombres y mujeres que enseñan más allá de los libros: enseñan con el ejemplo, con la palabra justa, con la paciencia infinita.

En el Cauca, donde las brechas sociales y la violencia han sido obstáculos persistentes, los maestros han tenido que asumir roles que van mucho más allá de lo académico. Son guías, orientadores, mediadores y en muchas ocasiones, la única voz de aliento que encuentran niños y jóvenes en territorios golpeados por la desigualdad.

Esta generación adulta, fracturada por la polarización política, atrapada en discusiones estériles y muchas veces indiferente al sufrimiento de su pueblo, tiene una gran deuda con la educación. Le fallamos al Cauca cuando permitimos que el debate se convirtiera en espectáculo y que las decisiones de fondo se postergaran indefinidamente. Pero aún hay esperanza, y esa esperanza habita en las aulas.

Los maestros caucanos que cada día caminan horas para llegar a una escuela rural, que enseñan con recursos limitados pero con una entrega ilimitada, merecen no solo un reconocimiento simbólico, sino un compromiso real de toda la sociedad. Son ellos quienes están formando a los líderes del mañana, a los ciudadanos que deberán corregir lo que nuestra generación no supo o no quiso resolver.

En municipios como Toribío, Guapi, Timbío o El Tambo, donde enseñar puede ser un acto de resistencia, los educadores siguen ahí, convencidos de que la educación es la única herramienta capaz de transformar la historia. Su voz serena y firme contrasta con el ruido ensordecedor de la politiquería. Su trabajo paciente contradice la lógica del inmediatismo. Su vocación, en esencia, es un acto de fe en el porvenir.

Hoy más que nunca, el Cauca necesita maestros. Pero no solo en las aulas, sino en todos los espacios donde se forjan valores, se defiende la verdad y se construye comunidad. A ustedes, maestros con vocación auténtica, gracias por no rendirse. Gracias por seguir creyendo que otra historia es posible. La educación es la única revolución que no destruye, sino que edifica. Y ustedes son sus protagonistas.


Porque en un país como Colombia, y particularmente en un departamento como el Cauca, los maestros no solo enseñan: sostienen el tejido social. Sin su trabajo silencioso y valiente, hablar de paz, desarrollo y equidad sería una ilusión vacía. Hoy les debemos mucho más que un aplauso: les debemos respeto, dignidad y garantías para seguir formando el futuro.