¿Será Abelardo De La Espriella el outsider que sacuda la política colombiana?
El abogado y empresario se presenta como una alternativa al populismo de derecha e izquierda, defendiendo la libertad económica y la reducción del Estado en una Colombia cansada de promesas incumplidas.
En medio del desencanto con la política tradicional y los gobiernos populistas, Abelardo De La Espriella irrumpe como un outsider que propone recortar el tamaño del Estado, liberar la economía y devolverle protagonismo al ciudadano productivo. Su discurso, cargado de moral, nacionalismo y crítica al estatismo, busca conquistar un electorado agotado por la ineficiencia pública.
El hartazgo del populismo
Colombia vive un punto de quiebre. Después de años de gobiernos que prometieron redención desde los extremos ideológicos, la ciudadanía empieza a reconocer que ni la derecha ni la izquierda han cumplido.
El Estado creció hasta volverse un monstruo burocrático que, lejos de resolver los problemas ciudadanos, los multiplicó. Desde el precio de la gasolina hasta la seguridad y la salud, el intervencionismo ha demostrado su límite.
La evidencia empírica, y la experiencia de países como Suiza o Nueva Zelanda, muestra que el progreso no depende del tamaño del Estado, sino de la libertad económica, la responsabilidad individual y la confianza en el ciudadano.
Es la esencia de la escuela austríaca de economía, que sostiene que la prosperidad surge de la iniciativa privada y no del control gubernamental.
De La Espriella y la batalla cultural
Abelardo De La Espriella asume este discurso con una narrativa que evoca la batalla cultural que llevó a Javier Milei al poder en Argentina: la confrontación directa contra una casta política que idolatra al Estado porque vive de él, pero que al mismo tiempo castiga la productividad y el mérito individual.
Para De La Espriella, el cambio no se logra creando más subsidios ni multiplicando ministerios, sino reduciendo el gasto público, combatiendo la corrupción y liberando al ciudadano de la represión fiscal que asfixia la iniciativa privada.
Su estilo es directo, desafiante y moralista. Habla de “liberar a Colombia de la esclavitud del estatismo” y reivindica valores tradicionales como la familia, el trabajo y la fe. En esa mezcla de conservadurismo moral y liberalismo económico radica su atractivo para una derecha que busca reconfigurarse tras el desgaste del uribismo y el avance de la izquierda.
El desafío del Cauca: bastión de la izquierda
El departamento del Cauca, históricamente progresista y uno de los bastiones del petrismo, representa un reto crucial para cualquier candidato que busque construir un proyecto nacional desde la derecha.
Si De La Espriella aspira a consolidarse como una alternativa real, deberá encontrar voceros locales con credibilidad, empatía y coherencia, capaces de interpretar la realidad social del Cauca sin caer en la retórica de imposición ideológica.
La estrategia no puede ser solo discursiva: el cambio se construye mostrando que la libertad económica también puede traer bienestar a las regiones olvidadas por el centralismo estatal.
Aunque la ley impide publicar encuestas en estos momentos, se conoce que De La Espriella lidera las mediciones internas de la derecha, mientras Iván Cepeda encabeza las de la izquierda.
Ambos reflejan polos opuestos de un país que, sin centro político fuerte, parece optar por proyectos disruptivos.
De La Espriella no solo encarna la reacción al populismo, sino también la búsqueda de una nueva derecha con rostro civil, empresarial y meritocrático.
La irrupción de Abelardo De La Espriella en la escena presidencial es una oportunidad para replantear el modelo de Estado y su papel en la vida del ciudadano.
El debate ya no es entre derecha o izquierda, sino entre más control o más libertad, entre un Estado que protege o un Estado que oprime.
Si logra mantener coherencia, atraer liderazgos regionales y evitar el caudillismo, De La Espriella podría convertirse en el detonante de una transformación ideológica profunda en Colombia.
Colombia no necesita un Estado omnipotente, necesita un Estado que deje de estorbar.
Y aunque Abelardo De La Espriella aún debe ganarse la confianza de millones, su figura reabre un debate que el país postergó por décadas: el de la libertad económica frente al populismo asistencialista.
Si el discurso de la eficiencia, la productividad y la libertad logra calar, podría ser el inicio de una nueva era política en Colombia.
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