Bajo el peso de la guerra: un soldado terminó en manos de las disidencias de las Farc tras combates en zona limítrofe de El Patía y Balboa
El soldado en poder de este grupo armado al margen de la ley responde al nombre de Víctor Hugo Yepes.
El sol se ocultaba tras las colinas de los municipios de El Patía y Balboa, en el sur del Cauca, iluminando con su tenue luz dorada un escenario que había sido testigo de miles de historias de campesinos. Era la tarde de este viernes 14 de noviembre.
Sin embargo, aquella tarde marcó un nuevo capítulo de dolor y desesperación en medio de la interminable lucha entre el Estado colombiano y los grupos armados al margen de la ley, en especial las disidencias de las Farc.
De ahí que sobre la vía que conecta El Patía con Balboa, una senda que podría haber sido un simple camino rural, se convertía en el escenario de un feroz enfrentamiento que cambiaría la vida de muchos, especialmente de un joven soldado, quien terminó en poder de los guerrillos, quienes vencieron a los militares que estaban en esta parte del sur del Cauca.
El ambiente estaba cargado de mucha tensión. Los primeros disparos resonaron en el aire, interrumpiendo la relativa calma de la tarde. Combatientes de las disidencias de las Farc se habían organizado para atacar a una unidad del Ejército que, a pesar de su preparación, no pudo prever la emboscada. Con una sincronización casi perfecta, comenzaron a disparar, y en cuestión de minutos, el estruendo del combate llenó esta parte del sur del Cauca, recordando a todos que la paz aún era un sueño lejano, pero lejano para los habitantes de esta zona del país.
Los miembros de la fuerza pública intentaron reagruparse. Sin embargo, la superioridad numérica y estratégica de los disidentes pronto comenzó a hacer mella en sus filas. Uno a uno, los soldados fueron cayendo, heridos por el fuego cruzado que parecía no tener fin. Seis valientes militares resultaron heridos, pero lo peor estaba por venir. En medio del caos, un soldado profesional, cuyo nombre resonaba con orgullo en el batallón, quedó aislado y vulnerable.
Los gritos de orden y desesperación se mezclaban con el sonido de las balas que volaban en ambas direcciones. Fue entonces cuando el soldado, con gran valentía, intentó buscar refugio. Pero en ese instante decisivo, un grupo de disidentes lo rodeó, atrapándolo en una red de agresividad y sed de victoria, y como se ve en el vídeo de este momento, los disidentes de las Farc celebra, alzando los fusiles.
Con sus corazones latiendo al ritmo del combate, celebraron su éxito: un soldado prisionero, un trofeo que alimentarían como una bandera en su lucha que ahora tiene con la fuerza pública colombiana, liderada por el primer presidente de izquierda de Colombia, Gustavo Petro.
En un video que circuló rápidamente, se podían ver las caras de los insurgentes iluminadas por la adrenalina y la emoción. Gritos de alegría brotaron mientras la cámara capturaba cada segundo del infortunio del joven militar, su uniforme hecho trizas y completamente mojado. Las imágenes son crudas, dolorosas; el contraste entre la euforia de los disidentes y la angustia que sobrevenía a su víctima es desgarrador. Aquella escena se erigió como un símbolo de la fragilidad de la vida humana en medio del conflicto en el Cauca, donde las autoridades están en jaque ante la violencia de las disidencias lideradas por alias Iván Mordisco.
La noticia del enfrentamiento se propagó como un reguero de pólvora. Familias enteras en El Patía y Balboa se sumieron en la preocupación y el miedo, recordando que, tras cada combate, siempre hay un doloroso legado.
"Cada militar que arriesga su vida tiene una historia, seres amados que esperan su regreso, sueños que quedan suspendidos hasta que la guerra decida darles una tregua", expresan militares que ahora combaten a los guerrilleros en esta zona del país.
Ahora, para el joven soldado, sin embargo, su futuro se volvió incierto, una sombra que lo perseguiría mientras se encuentre bajo el dominio de los rebeldes. Con este caso ya son siete soldados y policías en poder de este grupo armado ilegal, el cual es liderado por Iván Mordisco.
Las autoridades comenzaron a movilizarse, pero ¿cómo se puede negociar con la desesperación? La situación ahora convierte en crítica; cualquier movimiento en falso podría desencadenar una represalia que pondría en riesgo la vida del soldado y demás integrantes de la fuerza pública que están en poder de los guerrilleros. Las horas, los días, pasan y la angustia de los padres, amigos y compañeros se convierte en un clamor por su liberación, una súplica que resuena en cada rincón del Cauca, más que todo por la lucha de las organizaciones sociales, porque hasta ahora las autoridades regionales poco hablan del tema.
Mientras tanto, los disidentes de las FARC saboreaban su victoria, así es la guerra. Para ellos, el soldado era ahora un símbolo de resistencia, un elemento más en su estrategia de guerra contra un Gustavo Petro acorralado por la intensa polarización política. Pero más allá de sus celebraciones, la realidad del conflicto es clara: cada vida arrebatada o cautiva es un recordatorio de la crueldad del ser humano, de la incapacidad de encontrar caminos pacíficos, algo que no se da en el Cauca, a pesar de los discursos oficiales de que supuestamente se está ganando la guerra.
Mientras tanto, los militares que conocieron de esta situación reportaron que seis de sus compañeros terminaron heridos en estos enfrentamientos, además, que los alzados en armas se apoderaron de armas y otros elementos luego de ser vencidos. “Se tiene el reporte del siguiente material perdido: dos fusiles, un mortero 60 milímetros, un dron, un radio de comunicaciones y un MGL”, agregaron los integrantes del Ejército consultados por esta casa periodística.