¡Basta ya! El desarrollo del Cauca no puede seguir siendo rehén de unos pocos en Río Blanco
Mientras un grupo de comerciantes bloquea la doble calzada exigiendo garantías económicas, miles de ciudadanos pagan los platos rotos de una cultura de la protesta que ha perdido el norte. El debate es claro: el derecho a vender no está por encima del derecho a la libre movilidad de todo un país.
La paciencia del suroccidente colombiano se agotó. Este miércoles, la vía Panamericana, arteria vital de la economía nacional, amaneció nuevamente cercenada a la altura de Río Blanco. ¿Los responsables? Un grupo de comerciantes que, alegando pérdidas económicas por el desvío del tráfico hacia la nueva doble calzada, decidió imponer su ley: o nos compran, o nadie pasa. Esta situación ha dejado de ser una protesta social legítima para convertirse en una vía de hecho inaceptable, donde el interés particular de unos cuantos, pretende someter el bienestar general de miles de viajeros, transportadores y pacientes que hoy viven una odisea injustificada en la carretera.
La dictadura del bloqueo
Es innegable que cualquier cambio en la infraestructura trae desafíos para las economías locales. Sin embargo, la respuesta no puede ser el chantaje. Bloquear una vía internacional porque los vehículos ya no pasan frente a un local comercial es un acto desproporcionado que atenta contra la competitividad de toda la región.
El argumento de los manifestantes de sentirse "aislados comercialmente" choca de frente con una realidad mayor: el Cauca necesita modernizarse. La doble calzada Popayán–Santander de Quilichao se construyó precisamente para sacar el tráfico rápido de los cascos urbanos, reducir la accidentalidad y mejorar la logística nacional. Oponerse a esto mediante el caos es oponerse al progreso.
La situación en Río Blanco exige claridad conceptual y firmeza institucional:
- Desproporción del daño: No es equitativo que para solucionar el problema económico de unas pocas familias, se le generen pérdidas millonarias a la industria, se ponga en riesgo la vida de pacientes en ambulancias y se pierdan toneladas de alimentos en los camiones atrapados.
- La falacia de la venta obligada: El comercio de carretera debe adaptarse, no imponerse. En ninguna parte del mundo se puede obligar a una autopista 4G a detenerse para favorecer el comercio. La solución pasa por estrategias de servicio, paraderos organizados y calidad, no por atravesar palos y piedras en la vía.
- El agotamiento ciudadano: La ciudadanía caucana está hastiada. La validación del bloqueo como única herramienta de diálogo ha convertido al departamento en una zona impredecible para la inversión y el turismo. Cada hora de cierre es un golpe a la reputación del Cauca que tardará años en recuperarse.
Llamado a la autoridad
Los viajeros reportan una situación insostenible. Mientras las filas de vehículos se extienden por kilómetros bajo el sol, la sensación de ausencia de autoridad es palpable. La institucionalidad no puede limitarse a ser un "observador" de la crisis; se requiere restablecer el orden bajo la premisa constitucional de que el interés general prevalece sobre el particular. Negociar bajo presión solo incentiva que mañana sea otro sector, en otro kilómetro, el que decida cerrar la vía por cualquier otro motivo.
La reflexión de fondo: Adaptarse o bloquear
El mundo avanza y las dinámicas económicas cambian. Cuando se construyeron las variantes en el Valle del Cauca o el Eje Cafetero, los comerciantes tuvieron que innovar o reubicarse. En el Cauca, lamentablemente, se opta por el camino fácil y destructivo: el bloqueo. Es hora de entender que la vía Panamericana es un bien público de la Nación, no el patio de ventas privado de ningún sector. Si permitimos que el derecho al trabajo de unos pocos anule el derecho a la libertad de todos, habremos perdido como sociedad.
La doble calzada debe operar para lo que fue diseñada: agilizar, conectar y salvar vidas. Las demandas de los comerciantes pueden ser escuchadas en mesas técnicas, con propuestas de reubicación o señalización, pero nunca con la vía cerrada. Es momento de que las autoridades actúen con contundencia y la sociedad civil rechace unánimemente estos mecanismos de presión que nos tienen condenados al atraso.
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Llamada a la Acción:
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