Carlos Castaño asesinó al periodista y humorista Jaime Garzón por orden del Ejército

Así lo reconfirmó el comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, Salvatore Mancuso, en la diligencia adelantada ante la Jurisdicción Especial para la Paz. JEP.

Carlos Castaño asesinó al periodista y humorista Jaime Garzón por orden del Ejército

Desde una prisión de Estados Unidos, el ex comandante paramilitar Salvatore Mancuso  partició en una audiencia ante la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, y donde reconfirmó  las conexiones entre Fuerzas del Estado y las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, a finales de los noventa.

El ex jefe para militar, quien ya ha dado polémicos testimonios como la presunta responsabilidad de Francisco Santos en la creación del Bloque Capital de las AUC, afirmó que el magnicidio del periodista y humorista Jaime Garzón, acribillado en un semáforo el viernes 13 de agosto de 1999, fue una solicitud concreta de mandos militares.

“El asesinato de Jaime Garzón fue una petición directa a Carlos Castaño de altos mandos militares” indicó el ex comandante paramilitar, enfatizando que el detonante del magnicidio del humorista habría sido precisamente una de sus brillantes bromas.

“Carlos Castaño la ejecuta sólo en el caso de Jaime Garzón porque él en algún momento hizo una referencia a Carlos Castaño en una burla, eso para Carlos fue una ofensa tremenda”, confesó el ex comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia.

Se debe recordar que el 14 de septiembre de 2016 el Consejo de Estado en sentencia confirmó la responsabilidad del Estado en el homicidio de Garzón que calificó como crimen de lesa humanidad.

Precisamente el año pasado la Comisión Colombiana de Juristas socializó ante la Jurisdicción Especial para la Paz JEP, un informe titulado “‘El enemigo interno’: deshumanización e impunidad contra personas defensoras de derechos humanos” en el cual constataron la existencia de una estructura criminal conformada por organismos de inteligencia del Estado y paramilitares para la planeación, ejecución y encubrimiento de asesinatos y desapariciones de líderes y lideresas defensoras de los derechos humanos en Colombia, entre esos líderes, el irreverente Jaime Garzón.

En la diligencia judicial, el otrora comandante del Bloque Catatumbo de las AUC mencionó que esa estructura habría tenido influencia en las candidaturas presidenciales de los líderes políticos Horacio Serpa, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe. Sobre esto pidió ahondar en esa declaración en audiencia reservada.

“Las autodefensas intervinieron de manera directa en elecciones al Congreso el 10 de marzo de 2002 y también de manera directa en las de mayo de ese año, las de Presidencia. Solicito que estos temas podamos hablarlos en privado y también hubo apoyos en elecciones, por ejemplo a Horacio Serpa, al mismo presidente Pastrana y a Uribe, pero sugiero, les ruego que podamos hacerlo en audiencia privada”, declaró Mancuso bajo el argumento de que su vida podría correr riesgo debido a esas menciones.

Ante esa petición, Pastrana Arango dirigió una carta a la JEP en la cual solicitó negar “al cobarde asesino Mancuso una encubridora audiencia a puerta cerrada”. Asimismo, se refirió a la supuesta participación de las AUC en la campaña presidencial de 1998, mediante la cual resultó elegido como jefe de Estado y no aceptó la realización de dicha audiencia reservada.

Me permito solicitar que se niegue de plano esa audiencia privada y se exija la verdad en audiencia pública, así como las pruebas que respaldan las afirmaciones del condenado”, agregó el dirigente conservador y líder de su partido Nueva Fuerza Democrática.

Salvatores Mancuso igualmente se refirió en la audiencia a los nexos de las AUC con gremios como Fedegán y el Fondo Ganadero de Córdoba. “Con Jorge Visbal Martelo hubo muchas reuniones. (...) Y con el gerente del Fondo Ganadero de Córdoba, Rodrigo García Caicedo, y casi siempre con Sabas Pretelt, quien era asiduo visitante de los campamentos de Castaño”, detalló el exparamilitar.

Por otra parte, mencionó las relaciones entre ese grupo delincuencial y sectores de la prensa. Explicó que periodistas de reconocimiento regional y nacional tuvieron cercanía con los hermanos Castaño, él y otros comandantes, y que los que investigaban sus crímenes eran perseguidos, amenazados y  asesinados.