Cauca en el abandono: promesas incumplidas, violencia recargada y el silencio cómplice de los congresistas

Un año después de los anuncios de Petro, el pueblo caucano sigue esperando obras mientras la violencia y el abandono se disparan

Cauca en el abandono: promesas incumplidas, violencia recargada y el silencio cómplice de los congresistas
El presidente Petro afirma que se puede construir un puerto de aguas profundas en el Cauca. Fotos: Presidencia

Han pasado 13 meses desde que el presidente Gustavo Petro, con su característica elocuencia, se paró frente al pueblo caucano en López de Micay y prometió transformar el destino del departamento. Una vía de Popayán al mar Pacífico, un puerto de aguas profundas, una hidroeléctrica en el Cañón del Micay: palabras que resonaron como un himno de esperanza para un territorio castigado por décadas de olvido. Era enero de 2024, y el Cauca, fiel a su voto de confianza en el "gobierno del cambio", se ilusionó con un futuro de desarrollo. Hoy, 22 de febrero de 2025, la realidad es un mazazo: ni una piedra se ha movido, ni un centímetro de carretera se ha trazado. Lo que sí ha crecido es la miseria, el hambre y el rugido de la violencia.

Gustavo Petro propone una vía habilitada desde el Cauca hasta entrar al mar Pacífico
En la misma línea, exigió medidas ambientales más “contundentes” para la construcción e impacto a las comunidades

El presidente, que en cada discurso proclama su amor por el pueblo caucano, parece haber guardado esas promesas en el cajón del olvido. La vía al Pacífico, que iba a conectar a Popayán con el mar en apenas 40 kilómetros, sigue siendo un sueño lejano, mientras los deslizamientos y la falta de infraestructura asfixian a municipios como Guapi, Timbiquí y López de Micay. El puerto que iba a diversificar la economía, sacando al Cauca del yugo del narcotráfico, no pasa de ser una diapositiva en presentaciones oficiales. Y la hidroeléctrica, que Petro mismo admitió como un proyecto a largo plazo, ni siquiera tiene un plano en el horizonte. ¿Dónde está el cambio? ¿Dónde está el desarrollo que se cacareó con tanto fervor?

Por el contrario, el Cauca de 2025 es un polvorín. La pobreza se ha profundizado, el hambre acecha a miles de familias y la violencia se ha recrudecido con una ferocidad que estremece. Las "pescas milagrosas" de los grupos armados ilegales, los retenes en las carreteras y las disputas territoriales entre disidencias y otros actores han convertido al departamento en un campo de batalla donde la población civil paga el precio más alto. Los caucanos, que históricamente han resistido con dignidad, hoy miran con desencanto a un gobierno que les dio la espalda. No hay obras, no hay programas transformadores, solo discursos vacíos que se lleva el viento.

Este abandono no es solo una traición a las promesas de campaña; es una bofetada a la confianza de un pueblo que creyó en la posibilidad de un futuro mejor. Mientras el Ejecutivo se enreda en sus propias prioridades, el Cauca se hunde en el lodo del olvido estatal. ¿Qué ha pasado con los recursos? ¿Por qué la ministra de Transporte, María Fernanda Rojas Mantilla, encargada de priorizar estos proyectos, no ha movido un dedo para hacerlos realidad? La respuesta no puede ser otra excusa burocrática ni un nuevo sermón sobre la "herencia del pasado". El Cauca necesita hechos, no palabras.

Y en medio de este naufragio, surge una reflexión inevitable sobre los congresistas del departamento. ¿Dónde están las voces de los representantes caucanos en el Capitolio? ¿Qué han hecho frente al incumplimiento flagrante del "gobierno del cambio"? Algunos, alineados ciegamente con el oficialismo, prefieren el silencio cómplice o las palmaditas en la espalda al Ejecutivo, mientras su pueblo se desangra. Otros, en la oposición, se limitan a críticas tibias que no se traducen en presión efectiva. Ninguno parece asumir la responsabilidad de exigir cuentas, de pelear con uñas y dientes por el Cauca. Su pasividad es tan culpable como el abandono del gobierno. Si no hay liderazgo local que alce la voz, el departamento seguirá siendo moneda de cambio en las promesas populistas de turno, condenado a la eterna espera de un cambio que nunca llega.

La pregunta que duele es esta: Si el Cauca le dio el 72% de sus votos a Petro en 2022, ¿por qué hoy sus representantes en el Congreso no exigen cuentas claras? El silencio no es neutral: es complicidad con la miseria.