CEO exige garantías, pero a los caucanos nadie nos garantiza una tarifa justa
Mientras la Compañía Energética de Occidente exige seguridad para restablecer el servicio de energía en algunos territorios del Cauca, nosotros seguimos esperando tarifas justas y un servicio digno.

La Compañía Energética de Occidente (CEO) publicó un comunicado informando que no restablecerá el servicio de energía eléctrica en sectores afectados del Cauca hasta que la fuerza pública les garantice condiciones de seguridad para que su personal operativo pueda ingresar.
Una postura que, en apariencia, suena sensata y responsable. El problema es que CEO solo pide garantías cuando se trata de ellos, nunca cuando se trata de nosotros, sus usuarios. Porque aquí, en el Cauca profundo, a nadie le garantizan seguridad para pagar una factura absurda. Ni protección frente a los cobros desbordados. Ni defensa frente al abandono cuando hay una falla y nadie responde.
¿Dónde está el mismo nivel de exigencia cuando los usuarios llevamos años denunciando que CEO impone las tarifas más altas del país? ¿Quién nos protege a nosotros de una empresa que, bajo la excusa de la “energía que impulsa desarrollo”, en realidad impulsa es el empobrecimiento de los caucanos?
En este mismo departamento donde CEO hoy se excusa en la violencia para no prestar el servicio, sus facturas sí llegan puntuales. Y sin importar si hubo energía o no, cobran como si estuviéramos conectados a una red suiza de alta eficiencia. Y si el recibo no se paga, cortan sin contemplación, sin importar que el usuario viva en zona rural, que sea adulto mayor o que esté en medio de un conflicto. El negocio no da espera.
Resulta irónico, y hasta insultante, que CEO se declare “del lado de las comunidades” en su comunicado. Lo dicen mientras nos exprimen sin rubor, mientras sus oficinas están blindadas para no atender reclamos, y mientras se reparten salarios millonarios entre sus ejecutivos, pagados con el sudor de quienes apenas tienen para alumbrar una bombilla.
Aquí no hay desarrollo. Hay abuso con voltaje.
La realidad es cruda: CEO actúa como si el Cauca fuera su propiedad privada. Cobra como quiere, responde cuando quiere y, cuando la situación se complica, exige garantías del Estado. Un Estado que, por cierto, ha sido cómplice silencioso de esta situación, permitiendo que servicios esenciales estén en manos de empresas que solo buscan rentabilidad.
El apagón es moral
Este no es solo un corte de energía. Es una desconexión total entre una empresa que se enriquece con un servicio público y las comunidades que pagan por él con resignación, con rabia y con impotencia. El apagón no es técnico. Es ético.
Ya es hora de que el Cauca, bastión político del gobierno nacional, deje de ser tratado como patio trasero de los intereses empresariales. Que los alcaldes, concejales y gobernadores dejen de mirar hacia otro lado mientras nos cobran tarifas que ahogan hogares, comercios y emprendimientos.
Y que CEO entienda, de una vez por todas, que no basta con emitir comunicados cada vez que hay crisis. Lo que necesitamos es coherencia, justicia tarifaria y respeto por la dignidad de quienes pagamos por un servicio que, cada día más, se parece a una forma legalizada de esclavitud moderna.