Controversia y Desafíos en la Construcción de la Vía Popayán al Mar en el Cauca
El gobierno colombiano debate la mejor ruta para conectar Popayán con la costa del Pacífico, enfrentando críticas y obstáculos técnicos.

En un reciente consejo de ministros transmitido desde la Casa de Nariño, el presidente Gustavo Petro y su gabinete abordaron la construcción de una vía que conecte Popayán, capital del departamento del Cauca, con la costa del Pacífico. Este proyecto, considerado clave para la seguridad nacional y el desarrollo económico de la región, ha generado intensas discusiones debido a su complejidad, los altos costos estimados y las prioridades enfrentadas dentro del gobierno.
Una vía para la seguridad y la economíaEl presidente Petro destacó que la carretera es esencial para combatir el narcotráfico en el litoral Pacífico, una zona estratégica donde el Cañón del Micay se ha convertido en uno de los mayores centros de producción de cocaína del mundo. "El mar es la economía", afirmó Petro, subrayando que una conexión directa desde Popayán hasta el océano Pacífico facilitaría la exportación de productos lícitos, ofreciendo una alternativa al cultivo de coca que predomina en la región. Según el mandatario, la ausencia de infraestructura ha dejado el territorio en manos de mafias extranjeras y locales, que explotan la falta de presencia estatal para dominar el narcotráfico.
La ministra de Transporte, en su intervención, explicó que la ruta más directa, que iría de Popayán a El Tambo y luego a El Plateado, fue descartada por su elevado costo, estimado en 12.5 billones de pesos, y por los desafíos técnicos de atravesar la cordillera Occidental. En su lugar, se propuso una alternativa que conecta Popayán con El Estrecho, pasa por Balboa y Argelia, y llega a El Plateado, un tramo de 31 kilómetros que está en fase de estudios y diseños. Sin embargo, esta opción no satisface del todo al presidente, quien criticó que no conecta directamente con el mar, limitando su impacto económico y estratégico.
Petro expresó su frustración con el Ministerio de Transporte, acusándolo de priorizar proyectos que benefician a las élites económicas sobre las necesidades de las comunidades rurales. "Nos trampearon", dijo, refiriéndose a la demora en avanzar hacia el Pacífico y a la preferencia por dobles calzadas que favorecen la importación en detrimento de la producción local. Propuso que la vía debería extenderse desde El Plateado hasta López de Micay o Timbiquí, en la costa, para transformar la economía del Cauca y sacar a los narcotraficantes del territorio.
La ministra de Transporte informó que se ha encargado a la Universidad del Cauca un nuevo estudio para evaluar la viabilidad de una ruta desde El Plateado hasta López de Micay y Timbiquí, incluyendo la posibilidad de un puerto en la desembocadura del río Micay.
Sin embargo, advirtió que este tramo requeriría una inversión significativa, estimada en 1.7 billones de pesos solo para mejorar las vías existentes, y que aún faltan estudios de batimetría para determinar si un puerto de aguas profundas es factible. Actualmente, las profundidades conocidas varían entre 3.1 y 13 metros, insuficientes sin una evaluación detallada que costaría alrededor de 3.000 millones de pesos.El presidente insistió en que esta conexión no solo es una cuestión de infraestructura, sino de soberanía. "La cocaína no necesita carretera, pero la producción lícita sí", afirmó, destacando que sin acceso al mar, los campesinos seguirán atrapados en la economía ilícita.
El nuevo ministro de Igualdad, por su parte, enfatizó la necesidad de una intervención que vaya más allá de la carretera, integrando aspectos sociales, culturales y ambientales. Señaló que el Cañón del Micay y sus alrededores son zonas en disputa, donde las comunidades indígenas, negras y campesinas deben ser protagonistas en la construcción de un "estado democrático" local. Propuso fortalecer las organizaciones comunitarias para garantizar la sostenibilidad del proyecto. Desde Planeación Nacional, el director encargado informó sobre el "Pacto Cauca", un plan que incluye 319 proyectos para el departamento, de los cuales 62 se enfocan en el Cañón del Micay.
Este pacto busca cerrar brechas con inversiones en vivienda, agua potable, salud, educación y transporte, aunque Petro criticó que los recursos de paz prometidos en el acuerdo con las FARC no se hayan ejecutado, dejando a la región vulnerable al narcotráfico.
Petro acusó al Ministerio de Transporte de actuar bajo una lógica de "business" que beneficia a los ricos y no al pueblo, y señaló un "anillo de corrupción" entre funcionarios de segundo nivel y el Ministerio de Hacienda que desvía recursos públicos. "La carretera al mar no mejora el cultivo de coca porque la gente se va a ver el mar", dijo, evocando la belleza de la costa como un incentivo para el desarrollo lícito.
La construcción de la vía Popayán al Mar sigue siendo un desafío monumental para el gobierno, que debe equilibrar limitaciones presupuestarias, complejidades técnicas y la urgencia de transformar una región marcada por el abandono y la violencia. Mientras los estudios avanzan y las tensiones internas persisten, el éxito de este proyecto podría ser un paso decisivo hacia la integración del Cauca y la pacificación del litoral Pacífico.
La discusión sobre la vía Popayán-Mar refleja los retos estructurales de Colombia para priorizar la inversión en sus regiones marginadas, un paso clave hacia la paz y el desarrollo equitativo.
El Cauca, un pueblo en espera de cambio
El pueblo payanés y los caucanos enfrentamos una realidad desalentadora: la vía al mar desde Popayán, esa conexión tan anhelada con la costa del Pacífico que promete desarrollo y progreso, parece destinada a permanecer como un sueño incumplido. A pesar de las expectativas puestas en el gobierno del cambio liderado por Gustavo Petro, al que este departamento apoyó masivamente, las decisiones técnicas y presupuestales no priorizan esta infraestructura vital. Este proyecto, que podría romper el aislamiento del Cauca, diversificar su economía y ofrecer alternativas a los cultivos ilícitos, queda nuevamente postergado, dejando a la región con la sensación de ser olvidada en la agenda nacional.
A esta frustración se suma la ausencia de una representación significativa en los altos cargos del Estado. Aunque el Cauca ha contribuido con líderes y un sólido respaldo político al gobierno actual, este apoyo no se ha traducido en acciones concretas desde los ministerios ni en una defensa firme de los intereses del departamento. Figuras como Francia Márquez, reconocida feminista y defensora de la igualdad, fueron apartadas del Ministerio por el presidente Gustavo Petro tras una gestión marcada por una ejecución presupuestal deficiente. Por su parte, Luis Fernando Velasco, exministro del Interior y también de origen caucano, no logró canalizar durante su mandato un apoyo efectivo para nuestras comunidades. La gestión de ambos dejó un balance de escasa o nula incidencia en las prioridades del Cauca, agudizando la sensación de abandono político que aqueja a los caucanos.
La clase política local agrava esta situación. Capturada por mafias y atrapada en dinámicas clientelistas, carece de una representación digna y de un liderazgo genuino capaz de transformar el territorio. En el Cauca, la lógica perversa de que "gana quien más plata invierte" ha corrompido la democracia, alejando a hombres y mujeres valiosos sin importar su color de piel, creencia política, religión o inclinaciones sexuales que podrían contribuir al desarrollo de la región. Estos líderes potenciales, desalentados por un sistema viciado, optan por no participar, perpetuando un ciclo de estancamiento que nos mantiene sometidos como pueblo.
Si queremos transformar esta realidad, debemos actuar con decisión. No basta con esperar la vía al mar; necesitamos una renovación profunda de nuestra clase política y un impulso a la participación ciudadana que anteponga el bien común a los intereses particulares. Solo con una representación auténtica y un liderazgo comprometido podremos romper las cadenas de la corrupción y el abandono, reclamando el lugar que el Cauca merece en el país. Este departamento, cuna de luchas sociales y aportes culturales, no puede seguir conformándose con promesas vacías: su futuro depende de un cambio real y colectivo.