Daniel Molano, el caucano que usa el diálogo para salvar vidas
El Defensor del Pueblo fue clava en la liberación de los policías y el militar rodeados por las comunidades del Micay.

La entrega de los 28 policías y el militar retenidos en el corregimiento de El Plateado, Cauca, no fue un golpe de suerte ni una decisión espontánea de las personas que participaron en este evento.
Detrás de este hecho, hubo una negociación intensa con un solo objetivo: traer de vuelta a los uniformados con vida.
El protagonista de esta operación no fue ni el Gobierno Nacional ni la cúpula militar. Fue un hombre que, contra todo pronóstico y adversidad, permaneció en el terreno, insistió en el diálogo y conversaciones con las comunidades de permitir el regreso de los uniformados a sus unidades militares.
Su nombre es Daniel Molano, defensor del pueblo regional del Cauca, un funcionario que ha dedicado su carrera a mediar en los conflictos más delicados del departamento, uno de los más abandonados y saqueados por su dirigencia política.
A diferencia de otras figuras del Estado que solo llegaron a la zona cuando la presión mediática era insostenible, Molano estuvo ahí desde el inicio, negociando con los campesinos y poniendo en riesgo su propia seguridad.
Desde el momento en que los policías y el militar fueron retenidos por la comunidad, las alarmas se encendieron en el alto mando del país.
Sin embargo, en el terreno la situación era aún más crítica. Los uniformados estaban en una zona de difícil acceso, rodeados por un grupo que, según inteligencia militar, había sido manipulado por estructuras criminales que operan en el Cañón del Micay. En este contexto, cualquier movimiento en falso podía desencadenar una tragedia.
Fue ahí donde entró en acción Daniel Molano, quien asumió la misión de interlocutor directo con la comunidad y los secuestradores.
"Estuvimos en una zona difícil, de difícil acceso topográfico y además de difícil acceso por cuestiones de orden público, que sería en el departamento del Cauca. Pero nos movía en grado sumo la voluntad de sacar a estas personas, a esos ciudadanos que detrás de un uniforme hay seres humanos", relata este defensor de los Derechos Humanos.
El defensor sabía que la comunidad estaba bajo una fuerte presión y que muchos de sus integrantes no actuaban por voluntad propia, sino por miedo o coacción. Por eso, su estrategia fue insistir en el diálogo, buscar puntos de acuerdo y, sobre todo, no ceder ante las amenazas.
"Soy un hombre terco, un hombre necio, un hombre persistente. Decidí quedarme en el sector hasta el otro día y fue así como, a eso de las 10, 11 de la mañana, logré entablar conversaciones nuevamente y llegué al sitio. Efectivamente, logramos la recepción de estas personas a eso de las 3, 4 de la tarde", confiesa
Cabe mencionar que este hombre conoce de primera mano la realidad del Cauca. Así lo dio a conocer:
"Nací aquí, me eduqué aquí, me casé aquí, tengo mi familia aquí, amo este departamento", explica Molano.
Pero su conocimiento del territorio también le ha mostrado el lado más oscuro del conflicto.
"Claro que tenía nervios, pero la situación exigía que alguien diera el paso y lo hiciera. Yo no podía darme el lujo de fallar", expresa el Defensor del Pueblo.
Fue ahí donde entró en acción Daniel Molano, quien asumió la misión de interlocutor directo con la comunidad.
Estuvimos en una zona difícil, de difícil acceso topográfico y además de difícil acceso por cuestiones de orden público, que sería en el departamento del Cauca. Pero nos movía en grado sumo la voluntad de sacar a estas personas, a esos ciudadanos que detrás de un uniforme hay seres humanos.
El defensor sabía que la comunidad estaba bajo una fuerte presión y que muchos de sus integrantes no actuaban por voluntad propia, sino por miedo o coacción. Por eso, su estrategia fue insistir en el diálogo, buscar puntos de acuerdo y, sobre todo, no ceder ante las amenazas.
Daniel Molano no durmió, no descansó. Él estuvo en el epicentro del conflicto, intentando convencer a los responsables de que soltar a los policías y al militar era la única salida viable.
"Nací aquí, me eduqué aquí, me casé aquí, tengo mi familia aquí, amo este departamento", expresó este profesional.
Pero su conocimiento del territorio también le ha mostrado el lado más oscuro del conflicto.
"Claro que tenía nervios, pero la situación exigía que alguien diera el paso y lo hiciera. Yo no podía darme el lujo de fallar", agrega el defensor del Pueblo.