Derecha e Izquierda Caucana: ¿Defendiendo a los trabajadores o protegiendo viejos privilegios en el Hospital San José?

El Hospital Universitario San José de Popayán, bajo la dirección de Juan Carlos Arteaga, ha dado un paso histórico al anunciar la formalización de 500 auxiliares de enfermería, un avance sin precedentes en la dignificación de los trabajadores de la salud.

Derecha e Izquierda Caucana: ¿Defendiendo a los trabajadores o protegiendo viejos privilegios en el Hospital San José?

Sin lugar a dudas, está en una decisión trascendental para una institución que durante años ha sido escenario de precariedad laboral, promesas incumplidas y mal manejo de recursos económicos, pero sobre todo los humanos, que en nuestra humilde opinión son los más importantes.

Con el respaldo del primer gobierno de izquierda de Colombia, que lidera Gustavo Petro, la formalización de los trabajadores es una acción que busca devolverles su dignidad y estabilidad, garantizando condiciones justas y humanas en su labor diaria.

Sorprendentemente, esta medida ha logrado algo que pocos esperaban: unir a la derecha y a la izquierda caucana en una sola voz. Tanto sectores uribistas, encabezados por figuras como la senadora Paloma Valencia, como los medios de comunicación supuestamente alternativos del Cauca, han salido a criticar la gestión de Arteaga, alegando que el proceso de formalización y la creación de nuevos sindicatos no son más que maniobras para imponer intereses políticos y controlar los recursos del hospital. Según ellos, lo que está en juego es la defensa de los derechos de los trabajadores y la calidad del servicio de salud que el hospital ofrece a la población.

Pero la pregunta que surge es inevitable: ¿es esta unidad genuina o simplemente una alianza de conveniencia para defender los privilegios de unos pocos? Durante años, ciertos sindicatos han mantenido un control férreo sobre los contratos laborales en el hospital, obteniendo beneficios a expensas de los derechos de los trabajadores y del servicio a los usuarios. Lo que estamos viendo podría ser, más que una defensa de los trabajadores, un intento de proteger un sistema que ha favorecido a las mismas mafias sindicales y políticas que por años se han beneficiado de la precariedad en la que han mantenido al hospital.

Mientras se hace mucho ruido sobre la crisis interna y se lanzan acusaciones de clientelismo, lo que pocos mencionan es que por primera vez una administración ha decidido enfrentar estos problemas de frente, apostando por la formalización y la dignificación de los trabajadores. Los ataques que hoy recibe Arteaga, desde ambos extremos del espectro político, parecen estar más enfocados en proteger intereses personales y redes de poder, que en la búsqueda de soluciones reales para la salud en el Cauca.

Por su parte, la senadora Paloma Valencia ha expresado su preocupación, cuestionando la libertad sindical en este proceso y sugiriendo que hay negocios turbios detrás de la creación de nuevos sindicatos. Si bien es válido preguntar por la transparencia del proceso, resulta llamativo que figuras que en el pasado poco se interesaron por la salud pública del Cauca, hoy levanten la voz con tanta vehemencia. Lo mismo ocurre con algunos medios alternativos de la región, que repiten las mismas críticas, generando una narrativa que más bien parece responder a intereses políticos que a una genuina preocupación por los trabajadores y los usuarios del hospital.

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Ante este panorama, es esencial que la discusión trascienda el debate político y que se convoque a un foro por la salud del Cauca, donde la academia, los trabajadores, las organizaciones sociales y los entes gubernamentales puedan participar activamente. Solo a través de un diálogo abierto y transparente, donde todos los sectores tengan la oportunidad de expresar sus posturas, se podrá llegar a un consenso real que ponga por encima el bienestar de los trabajadores y de los usuarios del hospital.

Después de este foro, el debate político deberá trasladarse a los espacios institucionales correspondientes, como el Concejo de Popayán, para que, con la participación de todos los involucrados, se esclarezcan las verdaderas intenciones detrás de las reformas propuestas y se tomen decisiones que beneficien al conjunto de la sociedad. Lo importante aquí no es quién se lleve los créditos, sino que la salud del Cauca no siga siendo un terreno de negocio para unos pocos.

Como bien dice mi buen amigo Maíz, lo fundamental es que la verdad salga a la luz. Y estamos dispuestos a trabajar en esa dirección, brindando el espacio para que todas las voces sean escuchadas. Pero lo que no podemos permitir es que este proceso de formalización, que busca finalmente devolver la dignidad a los trabajadores de la salud, sea utilizado como moneda de cambio en los negocios de poder que durante tanto tiempo han controlado los destinos de nuestro sistema de salud.

Este es el momento de avanzar con firmeza hacia un modelo de salud más justo, equitativo y, sobre todo, humano. Y esperemos que esta inesperada unidad entre izquierda y derecha en el Cauca sea genuina y no un vehículo para seguir beneficiando a quienes por años han lucrado con el hospital, a costa de los derechos de los trabajadores y del bienestar de los pacientes.