Desaciertos de la ingeniería local y el silencio de la sociedad civil
Por: Santiago Zambrano Simmonds zambrano_santiago@hotmail.com

Aún recuerdo de mi paso por la universidad algunos principios técnicos de ingeniería que riñen con las obras hechas recientemente en Popayán. Puede que esté desactualizado, pero tengo claro que muchos de los que para mí son desaciertos, también fueron producto de decisiones sin sentido común.
Pese a que algunos posiblemente me dirán: “Malo porque se hace y malo porque no se hace, usted siempre tan criticón”, no puedo dejar de citar casos concretos donde, en mi concepto, se cometieron errores. Lo hago con la esperanza de que los que no se puedan corregir, no se repitan, y los que sí, se corrijan:
- Después de 15 años, Popayán no ha logrado implementar el Plan de Movilidad y, como es previsible, las condiciones del tráfico han variado respecto a lo inicialmente planeado, haciéndose necesarios los ajustes que la dinámica de la ciudad dicta. No obstante, Movilidad Futura insistió en construir el terminal alterno de transporte público en Bellavista, en vez de hacerlo más al norte. Hoy es un elefante blanco sin ningún beneficio social.

Esa obra y sus anexidades son una demostración de que, para los políticos, lo importante parece ser ejecutar. El resultado no es lo relevante. Es tanto el afán de gastar que se cometen vergonzosos exabruptos, como instalar semáforos peatonales a menos de 40 metros de distancia, mientras que en otras zonas de la ciudad se necesitan con urgencia.

- Hace ya varios años se construyó el gran puente sobre el río Cauca para mejorar la movilidad en la carrera sexta. Pero como no se previeron las obras complementarias, el antiguo trancón del Puente Viejo se trasladó a la Piedra Norte, junto con sus constantes accidentes.
En ese entonces, mientras se construía el nuevo puente, se advirtió que para darle buen uso era necesario construir una transversal que conectara las tres vías longitudinales de la ciudad: Sexta – Autopista – Variante, de modo que, en caso de una interrupción, los ciudadanos tuvieran opciones. Más tarde se habló de la gestión del exalcalde Velasco, en calidad de senador, para que la Nación financiara una vía en la ciudad denominada Avenida de Los Próceres. Lo lógico habría sido que esa avenida funcionara como la mencionada transversal, solucionando gran parte de la movilidad del norte.
Pero se decidió hacerla más al sur. Aunque es una obra bienvenida, es evidente que su mayor beneficio en el corto plazo no será la movilidad, sino la valorización de las tierras de unos pocos.
Ahora bien, independientemente de los errores cometidos por la administración municipal en todo el proceso de licenciamiento, contratación y cesión de esa avenida, este es un claro ejemplo de cómo las decisiones políticas parecen encaminadas a favorecer principalmente a los suyos, y no a la ciudad.
- Un caso anecdótico que refleja la falta de planeación ocurrió cuando el gobierno nacional y departamental construyeron viviendas en el Valle del Ortigal, hace más de diez años. Incomprensiblemente, a la Gobernación del Cauca de Temístocles Ortega se le ocurrió construir el colegio de la ciudadela muy lejos de las nuevas viviendas. A pesar de que en ese entonces había bastante área disponible para hacerlo cerca, decidieron ubicarlo al otro lado del río Cauca, sin considerar un puente peatonal para conectarlo. Apenas ahora se terminó ese paso.
- La semaforización en la intersección del Hotel San Martín (calle 18 Norte con autopista) es emblemática por su torpeza. No se consideraron adecuadamente los flujos vehiculares en todas las direcciones. Por eso, hoy, después de una millonaria inversión, los trancones en la calle 18 Norte son permanentes, y el tráfico en las intersecciones entre la autopista y la Papal lo dirigen indigentes. Para agravar aún más la situación y evidenciar la falta de previsión, se construyó la segunda etapa del centro comercial Campanario y se autorizó el funcionamiento de dos colegios, sin contar con estudios para mitigar el flujo vehicular, que desemboca completamente en la 18 Norte.

- Recuerdo cuando mi profesor nos decía que, en un pavimento flexible, quien más resiste el peso de los vehículos es la base, y que la función principal de la mezcla asfáltica es servir como capa de rodadura. Pues bien, en Popayán, desde las alcaldías de César Cristian Gómez y Juan Carlos López, ese criterio parece haber sido olvidado. Se puso de moda reparar vías de tráfico pesado reemplazando únicamente la mezcla asfáltica. Esa es la razón por la que el pavimento en la autopista norte está nuevamente fracturado, lo que generará futuros huecos y hará necesario gastar otra vez cientos de millones en su reparación.

- La Variante de Popayán, por sus condiciones, debería ser una vía sin interrupciones. Sin embargo, a lo largo de los años se han instalado semáforos, a sabiendas de que es más económico y funcional construir glorietas. Hoy, las intersecciones de Café La Palma, Trans Tambo y la Galería de las Palmas se caracterizan por prolongadas demoras y alta accidentalidad.

Preocupa aún más que, en el diseño que la alcaldía de Juan Carlos López envió a la ANI para que la doble calzada de la Variante fuera incorporada al proyecto El Estanquillo, no se consideraran las intersecciones con la 53 Norte y la Avenida de los Próceres. Además, el diseño está incompleto, pues no incluye la totalidad del paso de la Panamericana por el municipio.
Pero lo más inquietante y triste es que Popayán es la única población entre esta ciudad y Santander de Quilichao cuya variante no está en doble calzada, y aún no está garantizada su construcción.
- Antaño, los ingenieros diseñadores de vías caminaban los proyectos. Hoy, parece que se diseñan desde un computador, sin considerar las realidades socioeconómicas del lugar ni los efectos funcionales de las obras. Me explico con el proyecto de la doble calzada Popayán – Santander, actualmente en construcción:
No se tuvo en cuenta, por ejemplo, la movilidad peatonal en la zona semiurbana de la ciudad. Se diseñaron calzadas en diferentes niveles, lo que genera sobrecostos en la obra civil y en los puentes peatonales que necesariamente deberán construirse.

Por desconocimiento de la zona y habiendo otras opciones, se decidió pasar el trazado de la nueva vía por fábricas y fincas productoras cuyo común denominador es su positiva responsabilidad ambiental y educativa.
Increíblemente, el único tramo de la doble calzada que quedará con solo tres carriles es, precisamente, la entrada a Popayán. Con las nuevas velocidades de diseño, esto provocará graves accidentes. Una doble calzada debe tener una separación física, no simples líneas pintadas.

El alcalde Juan Carlos Muñoz debió gestionar la construcción de un puente de mayor luz que permitiera los cuatro carriles. Y de no poderse por razones presupuestales, sus funcionarios debieron aconsejarle que, al menos, el paso por debajo del puente se dividiera en dos, con separación física. Jamás debió permitirse como quedó construido.
Si tuviera algo de visión, también gestionaría desde ahora la construcción de la otra oreja del puente, para que Popayán tenga un retorno a desnivel en su entrada, propio de una ciudad capital. Ojalá piense en el futuro y no en la inmediatez, pues aquí se volvió costumbre la visión miope de los alcaldes.
Por lo anterior, me llama la atención la falta de sentido crítico y el silencio de la sociedad civil, representada en este caso por los profesionales de la ingeniería, su asociación, los contratistas, los funcionarios técnicos y la Universidad del Cauca.
Lo escrito aquí es sobre ingeniería, pero no es más que otro ejemplo de la debilidad de la sociedad civil del Cauca: acomodada, dependiente y a merced de la clase política. Y mientras eso no cambie, difícilmente aquí pasará algo trascendente.