Editorial: Popayán necesita liderazgo, no excusas
Popayán, la ciudad histórica que alguna vez fue el orgullo del suroccidente colombiano, enfrenta un ciclo de frustraciones que parece no tener fin.
Desde las administraciones de Ramiro Navia, Francisco Fuentes, César Cristian Gómez y Juan Carlos López Castrillón, hasta el primer año de gestión de Juan Carlos Muñoz, la sensación de desilusión y abandono sigue latente en el sentir de los payaneses. Hoy, lamentablemente, nos encontramos ante un panorama que exige una reflexión seria y acciones contundentes.
La sombra de la política tradicional
Los nombres detrás de la política local no solo han sido sinónimo de gobiernos fallidos, sino también de un estilo de gestión que prioriza intereses individuales sobre el bienestar colectivo. Juan Carlos Muñoz, quien llegó al poder con la esperanza de ser un líder transformador, ha iniciado su mandato con tropiezos que preocupan. Lo que más inquieta es cómo alguien que se destacó en el sector privado por su carácter firme y su capacidad de liderazgo ahora parece estar a merced de los mismos actores que han utilizado el servicio público como una plataforma para beneficios personales.
La campaña que prometía ser un cambio profundo ha sido empañada por personajes ligados a la política tradicional, responsables de perpetuar un modelo de administración ineficaz y desconectado de las verdaderas necesidades de la gente. Es triste ver cómo la esperanza de un liderazgo renovado se disuelve en un mar de manipulación y falta de resultados.
Una gestión atrapada en la burocracia
Uno de los ejemplos más evidentes de este letargo administrativo es la Secretaría de Deporte. A pesar de las promesas y los recursos disponibles, la ejecución sigue siendo baja. Según nuestras investigaciones, la responsabilidad recae en gran medida sobre la jefe jurídica de la alcaldía, Ana Prado, y Carlos Horacio Gómez, quienes, según múltiples fuentes, se han convertido en un obstáculo para que los proyectos avancen.
Cuando el servicio público se convierte en un retén burocrático, no solo se pierde tiempo y recursos, sino que se les roba a los ciudadanos su derecho a una vida mejor. Esto no es solo una falta de gestión; es un acto de desamor hacia una ciudad que merece más.
El alcalde Juan Carlos Muñoz aún tiene tiempo para redirigir el rumbo. Sin embargo, el reloj no se detiene. Si no toma medidas inmediatas y firmes para depurar su administración y garantizar que los intereses de Popayán estén por encima de los de unos pocos, pasará a la historia como otro líder sin visión ni compromiso con su ciudad.
Es lamentable y patético observar cómo algunos defensores de políticos intentan justificar lo injustificable, calificando prácticas inaceptables como "corrupción buena" o "necesaria". Este discurso aberrante busca normalizar actos que no solo perpetúan el atraso de una ciudad como Popayán, sino que también agravan la inequidad al entregar los servicios públicos, que pertenecen a todos, a manos privadas. Las utilidades generadas por estos negocios, que deberían reinvertirse en nuestra ciudad para el beneficio colectivo y en especial de los más vulnerables, terminan siendo manejadas bajo intereses particulares. Defender cualquiera de las últimas administraciones no solo es indecente, sino que refleja un profundo desprecio por los principios éticos y el bienestar ciudadano. Justificar que "sin favores políticos no se puede gobernar" o que "es mejor una corrupción controlada que el caos" es una prueba del cinismo que ha impregnado a quienes, en lugar de exigir integridad y resultados, prefieren aceptar excusas y perpetuar la desvergüenza.
Popayán necesita un alcalde que entienda su grandeza histórica, que valore su gente y que actúe con el propósito de devolverle a la ciudad el orgullo y la dignidad que merece. La política no puede seguir siendo un negocio; debe ser el camino para mejorar la calidad de vida de quienes aquí vivimos.
Nuestra amada ciudad ha sido gloriosa, cuna de cultura, arte y tradiciones. Pero ese pasado no puede ser solo un recuerdo. Debemos exigir un gobierno que trabaje con amor, conocimiento y verdadero interés por Popayán. Señor alcalde, le pedimos que recupere la valentía y el liderazgo que alguna vez lo caracterizó. La ciudad lo necesita, y los payaneses no podemos seguir esperando.
Popayán no merece ser gobernada con indiferencia. Merece ser gobernada con visión y, sobre todo, con amor.