El adiós de una amiga: Sor Geneviève y el Papa Francisco
Con una mochila verde al hombro y lágrimas en el rostro, se inclinó en silencio, oró con devoción y se quedó inmóvil por varios minutos frente al ataúd.

En medio del silencio solemne que envolvía la Basílica de San Pedro durante el velorio del papa Francisco, una escena profundamente humana captó la atención de todos.
Sor Geneviève Jeanningros, una religiosa francesa de 81 años, se abrió paso entre la multitud para orar junto al féretro del Pontífice, desafiando el estricto protocolo vaticano que limitaba ese privilegio a cardenales y obispos.
Con una mochila verde al hombro y lágrimas en el rostro, se inclinó en silencio, oró con devoción y se quedó inmóvil por varios minutos frente al ataúd.
Ningún guardia intentó detenerla. Nadie se atrevió a romper ese momento de intimidad, que decía más que mil palabras.
Una vida entregada a los marginados
Miembro de la congregación Hermanitas de Jesús, Sor Geneviève ha dedicado más de cinco décadas a acompañar a comunidades vulnerables en las periferias de Roma, en especial a personas transgénero y trabajadores itinerantes del barrio de Ostia.
Junto a su compañera de misión, sor Anna Amelia Giacchetto, vivía en una caravana, compartiendo techo y vida con quienes otros habían olvidado.
Su relación con el papa Francisco trascendía lo institucional: era una amistad forjada en el servicio y la compasión.
Fue ella quien facilitó encuentros entre el Pontífice y grupos de mujeres trans, algunas de las cuales sobrevivían en contextos difíciles de exclusión y violencia. El Papa no solo las escuchaba, también las recibía en su mesa y les ofrecía ayuda concreta.
Un gesto que simboliza una historia
Durante los momentos más duros de la pandemia, Sor Geneviève y el párroco de Torvaianica, Andrea Conocchia, lograron articular ayuda desde el Vaticano, con el respaldo del cardenal Konrad Krajewski, para apoyar a feriantes y personas trans sin trabajo.
En julio de 2024, gracias a su insistencia, el papa visitó el parque de atracciones de Ostia para reencontrarse con la comunidad que tanto amaba.
La religiosa también es sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas francesas secuestradas durante la dictadura argentina.
Ese legado de lucha por los derechos humanos la marcó profundamente, y en 2023 se convirtió en una de las voces que acompañaron el documental “Traslados”, sobre los crímenes de lesa humanidad en Argentina.
Más que una despedida
El gesto de sor Geneviève no fue solo una muestra de cariño. Fue el testimonio silencioso de una amistad tejida con gestos sencillos, de una historia compartida entre dos personas que eligieron caminar al lado de los olvidados.
En un entorno de liturgia y solemnidad, su presencia junto al féretro del papa Francisco recordó que la verdadera grandeza de un pontificado se mide también por la cercanía con quienes no tienen voz.
Su oración fue un acto de amor, pero también un símbolo de lo que fue el legado de Francisco: un papado al servicio de la dignidad humana, de la misericordia y del abrazo a los más excluidos.