El bloqueo de la vía Panamericana: ¿Hasta cuándo el secuestro del suroccidente colombiano?
Una vez más, el suroccidente colombiano, en especial el departamento del Cauca, sufre las consecuencias de los bloqueos sobre la Vía Panamericana, esta vez a manos de las comunidades indígenas asociadas a AISO, bajo la dirección de Mercedes Tunubalá.
Lo que debería ser un acto de protesta legítima, se ha convertido en una flagrante violación de derechos fundamentales, afectando a millones de personas que dependen de esta arteria vital para su sustento, salud y seguridad.
El secuestro de toda una región no solo paraliza el comercio y destruye emprendimientos, sino que condena a los más vulnerables: los pacientes que no pueden acceder a servicios médicos, los estudiantes que pierden clases, y las familias que ven cómo sus medios de vida se desmoronan. El derramamiento de aceite en la vía, impidiendo el paso de ambulancias y misiones médicas, constituye un ataque directo contra el derecho a la vida y a la salud, algo que ningún diálogo puede justificar.
El gobierno nacional, liderado por Gustavo Petro, tiene una responsabilidad ineludible. Es el momento de que asuma su rol y brinde soluciones reales y sostenibles. El diálogo con las comunidades ha sido infructuoso, y la negativa de estas a escuchar otras alternativas ha agotado cualquier intento de negociación. ¿Hasta cuándo seguirá el suroccidente colombiano como rehén? Si el problema está en Bogotá, la protesta debería trasladarse a la Casa de Nariño. Es allí donde se toman las decisiones, no en las montañas del Cauca, donde la gente común paga el precio.
La historia ha demostrado que los bloqueos solo siembran desesperanza y pobreza en una región ya castigada. Los gremios, empresarios, instituciones educativas y la sociedad civil claman por una solución. Es imperativo que líderes como Mercedes Tunubalá piensen no solo en su comunidad, sino en los demás con quienes comparten este territorio. La verdadera grandeza de un líder radica en buscar el bienestar de todos, no en alimentar un conflicto interminable.
La vía Panamericana no puede seguir siendo el escenario de un chantaje que perpetúa el subdesarrollo y el sufrimiento en el Cauca. Es hora de que el gobierno de Gustavo Petro entienda que la solución no está en concesiones temporales, sino en acciones contundentes que aseguren la paz y el progreso para todos los colombianos.