El lucrativo negocio de destruir humedales en Popayán
Para quienes hemos dedicado nuestra vida al servicio de la humanidad, luchando por la justicia y la paz.
Trabajado con honestidad sin enriquecernos mediante medios indebidos, resulta indignante el nivel de degradación al que nos ha llevado el sistema capitalista, patriarcal, depredador, sexista, racista y clasista
Este sistema, basado en una idea miserable del ÉXITO, ha condenado a miles de millones de seres humanos al hambre, la guerra y la desolación.
El desarrollismo promovido por las élites criollas y sus gobiernos títeres ha destruido la conciencia de gran parte de la humanidad que habita estos territorios.
En medio de este panorama sombrío, los defensores de la vida han alzado sus voces para protegerla en todas sus formas. La Madre Tierra y la Madre Agua son víctimas de la barbarie perpetrada por las corporaciones transnacionales y sus tentáculos, que someten a los países y pueblos oprimidos mediante el FMI y crean, a través del marketing, una necesidad de consumo que resulta en millones de plásticos de un solo uso en el mar, montañas de ropa y vehículos que ahogan el planeta.
Los malos gobiernos han contribuido a someter a la sociedad a la corrupción en todas sus formas, evidenciada por la falta de planificación urbana. Esta es la herencia de la clase política caucana, tan miserable como sus discursos llenos de lugares comunes.
La vieja clase política caucana es responsable del poder que las mafias de la industria inmobiliaria, tanto legales como ilegales, han ejercido para imponer su poder y deseo de lucro sobre las normas que protegen los ecosistemas estratégicos del agua.
Durante los últimos 40 años, la solución de vivienda popular ha sido manejada por "líderes" dedicados a la compra y venta de tierras y a la lucrativa ocupación de humedales, cerros y orillas de ríos y quebradas, con el fin de mantener su influencia en el Consejo Municipal. Un ejemplo de esto es la urbanización del humedal Los Tejares por el desaparecido Luis Sánchez.
Hoy, los herederos de este lucrativo negocio continúan con la tarea de voltear tierras y destruir ecosistemas para urbanizar, poniendo en peligro la zona rural. La industria inmobiliaria en manos de estos entramados mafiosos y corruptos tiene en jaque los pocos ecosistemas estratégicos que sobreviven y las rondas hídricas de la cuenca media del otrora gran río Cauca.
La quebrada La Paila y el conjunto de humedales al occidente de nuestro municipio, en Julumito, lo que hoy se conoce como la zona de expansión urbana, han sido incorporados de la zona rural a la zona urbana. La familia Grueso, propietaria de gran parte de esta tierra, está desarrollando proyectos de vivienda con diversas artimañas jurídicas, al servicio de la especulación inmobiliaria.
La destrucción de esta área, que incluye 4 hectáreas, 6228 metros cuadrados y medio centenar de robles, ha sido permitida por la negligencia de las autoridades ambientales y policiales. Este es el precio del "progreso" y la riqueza de una gente tan pobre que solo tiene dinero, como es el caso de Construsocial.
Me pregunto: ¿Dónde estarán las ardillas, los loros y otros seres que vivían en uno de los 50 viejos robles, que según biólogos del valiente Comité Ambiental La Orquídea, podrían tener entre 100 y 150 años y que fueron talados por la codicia de Construsocial?
¿Quién responde por la culebra, la rana y el guatín que buscan refugio tras la destrucción de su hábitat? El viejo y robusto roble que cayó aquella tarde junto al buchón de agua, que entretejía vida con el humedal agonizante, merece justicia.
La codicia de Construsocial, una constructora con fachada "social", es la prueba de la podredumbre en el corazón de estos exitosos especuladores inmobiliarios. En Cajete, otro proyecto "social" destruyó otro ecosistema estratégico de la ruralidad de Popayán, sin que se tomaran medidas más allá de las amenazas contra quienes denunciaron.
¿Cuánto tiempo más permitirán que los especuladores destruyan el futuro, la vida y el agua? Como decían mis mayores, si las leyes van en contra de la Madre Tierra, el pueblo organizado debe rebelarse contra este sistema opresor y destructor de la vida.
Nos corresponde seguir denunciando y apoyando al valiente Comité Ambiental La Orquídea, a pesar de las amenazas de los especuladores, los traquetos y los poderosos del poncho y las camionetas.
Andrés Maíz
Defensor de Derechos Humanos, del derecho humano a la alimentación y nutrición, del agua y el territorio