"El matador" de la credibilidad: ni bien dateado ni buen periodista

Cuando la realidad no vende, algunos recurren a la ficción, y en este caso, el autoproclamado “bien dateado” demuestra que la imaginación es su único recurso.

"El matador" de la credibilidad: ni bien dateado ni buen periodista

Con el pulso tembloroso de quien alguna vez sostuvo un capote, este personaje, mejor conocido en los pasillos del chisme como “el matador”, vuelve a la arena pública, pero no con hechos, sino con rumores, exageraciones y, claro, su característico toque de sarcasmo de bajo presupuesto.

Entre saltos de identidad que van desde periodista hasta torero fracasado, y a ratos argentino de telenovela barata, su más reciente “faena” periodística es un espectáculo lamentable. Pretende pintar una trama de poder y desestabilización en torno a nuestra investigación sobre la situación en el Acueducto de Popayán, pero, como buen novillero de las letras, solo logra clavarse su propia espada.

De la tauromaquia al periodismo: una caída en picada

En los ruedos, dicen que fue un torero nefasto, incapaz de dar una buena estocada ni de mantener el aplomo frente al toro. Ahora, en el periodismo, sus faenas no son muy distintas: revolotea entre rumores, embiste con supuestas primicias y termina por ser embestido por los hechos que no logra sostener. ¿Y qué tal su sobrenombre? “El matador”. Un título que le queda tan grande como un traje de luces prestado.

¿Bien dateado o el rey del chisme?

En lugar de datos concretos, ofrece una sopa de especulaciones condimentada con resentimientos personales. Sus "primicias" son dignas de una conversación de peluquería, y su pluma, más que informar, parece un bisturí oxidado con el que intenta desquitar sus frustraciones. Claro, eso sí, siempre con su toque de falsa autoridad, como si gritar "¡olé!" le diera credibilidad.

Un argentino de Popayán

Y luego está su curiosa transformación en “che”. Porque, cuando la argumentación flaquea, nada mejor que un par de frases con acento porteño para intentar ganar algo de estilo. Pero ni el mejor tango puede disimular una carrera que, al igual que sus tardes en la plaza, solo deja el eco de los abucheos.

La realidad detrás de su última "faena"

En su reciente escrito, intenta disfrazar una vendetta personal contra el gerente del Acueducto de Popayán como una cruzada por la transparencia. Sin embargo, la única transparencia aquí es la de sus verdaderas intenciones: desestabilizar a través del ruido. Solicitudes de información masivas, ataques coordinados en redes y, por supuesto, su rol de "juez y parte" en un show que nadie pidió ver.

Al final, su intento de mostrarse como un defensor de la verdad resulta tan falso como su acento argentino. Ni es periodista, ni es torero, ni es lo suficientemente buen actor para sostener esta obra tragicómica. Así que, "matador", la próxima vez que busques lidiar con la verdad, mejor deja el capote y el teclado. En esta arena, los hechos son el toro, y tú, como siempre, no pasarás de ser el bufón.

Aplaudimos, pero no por su faena, sino por la persistencia en querer ser algo que nunca será. En este ruedo de la verdad, "el matador" no es más que otra sombra que intenta brillar, sin comprender que la luz siempre se apaga cuando los reflectores apuntan a la realidad. No todo vale, y menos el biyuyí recibido por esta mala faena.
¡Olé!, pero de despedida