El mensaje político de la paz: El Cauca presiona y Octavio Guzmán se proyecta
La reciente marcha por la paz en Popayán fue un reflejo poderoso del cansancio acumulado de los habitantes del Cauca frente a la violencia que ha azotado a la región durante décadas.
Este no fue solo un acto simbólico, fue una advertencia y un llamado de atención. La sociedad caucana, golpeada en su seguridad, en su bienestar y en su salud mental, ha dicho basta. Pero más allá de los gritos y las pancartas, esta movilización nos dejó varias reflexiones esenciales sobre el futuro de la paz en el Cauca y sobre el papel de sus líderes políticos en la búsqueda de soluciones.
Un gobernador atado de manos, pero no de ideas
El gobernador Octavio Guzmán, aunque limitado en su capacidad de acción directa, mostró con esta marcha un despertar político. En un contexto donde los diálogos de paz entre actores armados y el Gobierno Nacional están suspendidos, Guzmán quiso enviar un mensaje claro: si bien el gobierno central es el único autorizado para retomar las negociaciones con los grupos guerrilleros, los caucanos no están dispuestos a esperar pasivamente. La realidad es que el Cauca está en una crisis de seguridad que requiere acciones urgentes, y el gobernador ha dejado claro que, si es necesario, está dispuesto a liderar un diálogo regional de paz.
Este es un mensaje fuerte y político, dirigido al presidente Gustavo Petro. Guzmán está diciendo: "Te respaldo en las calles, pero también te exijo más contundencia". El gobierno no puede seguir indiferente ante la situación en el Cauca, y la ausencia del Alto Comisionado para la Paz en la marcha —pese a su confirmación— fue un insulto a las aspiraciones de paz de la región. La presencia del comisionado no solo era esperada, sino que era crucial para dar un espaldarazo a quienes, desde el territorio, están lidiando con las secuelas del conflicto. La indiferencia del gobierno central es cada vez más evidente, y si no hay cambios en su accionar, el liderazgo local podría tomar las riendas de la paz.
La marcha como símbolo de unidad
Otro punto a destacar es la unidad que se logró en la marcha. Distintos sectores políticos caminaron juntos, dejando de lado, al menos por un día, sus diferencias para expresar un rechazo rotundo a los violentos. No es común ver tal convergencia de fuerzas políticas en Colombia, pero la gravedad de la situación en el Cauca ha obligado a todos a poner en perspectiva lo que realmente importa: la vida, la seguridad y el futuro de la región. La violencia no distingue ideologías, y la respuesta debe ser igualmente incluyente.
Un mensaje político en las sombras de la contienda electoral
Es imposible ignorar que la movilización también dejó entrever las aspiraciones políticas del gobernador Guzmán. Con elecciones legislativas en el horizonte, el gobernador está posicionándose como un líder que no solo lucha por la paz del Cauca, sino que también tiene la capacidad de jugar un papel determinante en las futuras contiendas políticas nacionales. Guzmán está consolidando su liderazgo, y es probable que sus "pupilos" estén ya en la mira para las próximas elecciones al Congreso de la República. Su capacidad para movilizar sectores y generar consenso es una señal de que podría tener una influencia importante en los próximos años.
El liderazgo local como clave en la coyuntura política
Dentro de este contexto, es notable el papel que ha jugado Miller Hurtado, el secretario de gobierno del Cauca. Hurtado ha sido más que un funcionario eficiente: se ha convertido en el gran escudero de Guzmán, demostrando que tiene una lectura aguda de la política regional y nacional. Su papel en la organización y ejecución de la marcha fue clave, y su habilidad para gestionar las complejidades políticas de la región lo convierte en un actor a seguir de cerca en los próximos desarrollos.
La paz, un esfuerzo que no tiene precio
Finalmente, aunque la organización de la marcha por la paz implicó un costo económico significativo, el gobernador Guzmán dejó claro que este era un esfuerzo que valía la pena. La paz no tiene precio, y la movilización del Cauca fue una clara declaración de que el departamento está dispuesto a hacer lo necesario para exigirla. Estos últimos meses de gobierno de Octavio Guzmán han sido un sacudón, un despertar en el que el Cauca, cansado y golpeado, se ha levantado para decir "presente" en la lucha por un futuro sin violencia.
El llamado es claro: La paz no puede seguir siendo una promesa vacía. Es hora de que el gobierno escuche el clamor del Cauca y actúe en consecuencia.