El narcotráfico pone en jaque a las autoridades ecuatorianas
"El tiempo de los delincuentes se acabó, están advertidos. cualquier acto terrorista desde ahora se convertirá inmediatamente en objetivo militar", dijo el ministro de Defensa.
El narcotráfico siembra terror en Ecuador y desde las cárceles impone su poder violento en las calles. En cuatro días de desafío al Estado retuvieron dentro de las prisiones a 178 funcionarios carcelarios y lanzaron una ofensiva con disparos y explosivos que deja 16 muertos.
El gobierno explica los recientes ataques como una represalia de las organizaciones ilegales, integradas por unos 20.000 miembros, en rechazo a sus políticas de mano firme para enderezar el rumbo de un país que hasta hace pocos era tranquilo. En los últimos cinco años, la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes pasó de 6 a 46 en 2023.
Pero nuevo el presidente, Daniel Noboa, advirtió que no dará el brazo a torcer: "Ceder ante el mal, ¡jamás!, luchar incansablemente ¡siempre!", dijo en alocución el mandatario de 36 años, en el poder desde noviembre.
El martes, la ofensiva del narco mostró su peor cara con un ataque a la prensa registrado en vivo y en directo que dio la vuelta al mundo.
Hombres encapuchados con fusiles y granadas tomaron un canal de televisión pública de ese país durante el noticiero del mediodía, sometieron a los periodistas e hirieron a dos trabajadores.
No hubo muertos y 13 responsables fueron detenidos, pero la transmisión se detuvo y solo hasta este jueves reanudaron su salida al aire entre lágrimas.
"Quisieron infundir temor, pero despertaron nuestra ira. Creyeron que someterían a todo un país y se olvidaron que las fuerzas armadas están entrenadas para la guerra", dijo el ministro de Defensa Gian Carlo Loffredo, en un mensaje en redes sociales.
Por eso más de 22.400 militares están desplegados, hay patrullajes por tierra, aire y mar, requisas en las calles, operaciones en cárceles y toques de queda.
La actual crisis empezó el domingo, cuando uno de los capos más temidos desapareció de su prisión en Guayaquil (suroeste). A la fuga de Adolfo Macías, alias "Fito", jefe de la principal banda criminal del país conocida como Los Choneros, le siguió una arremetida violenta: motines en las cárceles, 178 funcionarios de prisiones retenidos por presos, siete policías secuestrados de los cuales seis ya fueron liberados, ataques con explosivos y vehículos incendiados.