El Ocaso de una Ilusión y el Vacío de Liderazgo en la "Cuna de Próceres"
La imputación a Luis Fernando Velasco no es solo una noticia judicial; para el Cauca, representa la posible caída del último gran referente político nacional y nos obliga a mirar con nostalgia la grandeza intelectual de nuestros antepasados.
La política, más allá de la gestión pública, se construye sobre símbolos y esperanzas. Para quienes nacimos y crecemos en Popayán, la figura de Luis Fernando Velasco representaba, hasta hace poco, la vigencia de nuestra región en el mapa del poder nacional. Durante años, verlo destacar en las listas de los mejores senadores de Colombia, escuchar sus intervenciones en los diferentes medios de comunicación cargadas de conocimiento de Estado y ver su nombre barajarse incluso como un posible precandidato presidencial para suceder a Gustavo Petro, alimentó una ilusión colectiva: la de que el Cauca seguía produciendo estadistas.
Sin embargo, los recientes y graves señalamientos de la Fiscalía General de la Nación, que lo vinculan presuntamente con una red de corrupción en la UNGRD e INVIAS, han caído como un balde de agua helada sobre la ciudadanía payanesa. No se trata solo del golpe a una carrera individual; se trata de la sensación de orfandad política que hoy nos embarga.
Desde la partida del líder político Aurelio Iragorri Hormaza, el departamento ha sufrido una notable ausencia de figuras con la capacidad de interlocución y gestión de alto nivel. Velasco parecía llamado a llenar ese vacío, a ser el puente intelectual y político entre las necesidades del suroccidente y las decisiones de Bogotá. Hoy, con su figura cuestionada judicialmente, el Cauca mira a su alrededor y no encuentra el relevo. No vemos, en el horizonte inmediato, esos liderazgos frescos, robustos y éticos que tomen la batuta en un momento crítico para nuestra historia.
El espejo retrovisor: La grandeza que fuimos
Esta crisis de liderazgo actual se hace más dolorosa cuando miramos hacia atrás. Somos hijos de la "Cuna de Próceres", una tierra que no solo dio soldados, sino intelectuales que diseñaron la República. La comparación es inevitable y, a la vez, abrumadora.
Añoramos la altura intelectual de Francisco José de Caldas, "El Sabio", quien puso la ciencia al servicio de la libertad. Extrañamos la fuerza argumentativa de Camilo Torres Tenorio, "El Verbo de la Revolución", cuya pluma en el Memorial de Agravios pesaba más que las espadas. Recordamos la visión de Estado de los generales Tomás Cipriano de Mosquera y José Hilario López, quienes, con sus luces y sombras, tuvieron la grandeza de abolir la esclavitud y modernizar la nación. Pensamos en José María Obando y Joaquín Mosquera, hombres que entendieron que el liderazgo es servicio y sacrificio.
Invocamos el espíritu pionero de Josefina Valencia de Hubach, la payanesa que rompió barreras y lideró la lucha crucial para que la mujer colombiana conquistara su derecho al voto y a la participación política plena.
Honramos la memoria de Juan Antonio de Velasco, quien, tras obtener su libertad, se erigió como un pilar de la comunidad payanesa, donando el terreno y los materiales para levantar la Ermita de Belén, un legado perdurable de generosidad afrodescendiente. Y no olvidamos el coraje ancestral de los caciques Payán y Calambás, defensores del Valle de Pubenza, quienes entregaron su vida enfrentando al conquistador, marcando el inicio de nuestra historia con un sello indeleble de dignidad y resistencia.
Esos caucanos dimensionaron una patria soberana desde la fuerza de las ideas. Hoy, la ciudadanía se pregunta: ¿Dónde están los herederos de esa capacidad intelectual? ¿Dónde están los nuevos líderes capaces de visualizar el futuro sin caer en las trampas del clientelismo?
Respeto al debido proceso: La justicia tiene la palabra
Como medio de comunicación serio y respetuoso del Estado de Derecho, y como caucanos que entendemos la importancia de las instituciones, debemos ser claros: Luis Fernando Velasco es inocente hasta que se demuestre lo contrario. El sistema judicial colombiano es garantista, y es ante los jueces, con pruebas y defensa técnica, donde se debe definir la verdad procesal. No somos jueces para condenar, pero sí ciudadanos para exigir claridad.
Un deseo para el futuro
Más allá del desenlace judicial de este lamentable episodio, lo que verdaderamente deseamos para nuestro departamento es un renacimiento. Anhelamos que esta crisis sea el abono para que surjan liderazgos genuinos. Necesitamos nuevas voces que miren al Panteón de los Próceres no como un museo de glorias pasadas, sino como un estándar de conducta y visión.
Popayán y el Cauca merecen dirigentes que, al igual que nuestros antepasados, sean capaces de poner su intelecto y su honor por encima de cualquier interés particular. La historia nos observa, y el futuro nos exige estar a la altura de nuestro legado.
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