Elias Larrahondo, considerado "El crack" en las jugadas políticas, lástima que no haya sido tan efectivo para el pueblo caucano
En su último año como gobernador del Cauca, ha emergido como una figura política influyente. Logró imponer a su candidato, Octavio Guzmán, como su sucesor. Sin embargo, su verdadera "habilidad" se evidencia en la designación de Amarildo Correa como nuevo director de la CRC.
Su colaboración con la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, fue determinante para que Octavio Guzmán sea el próximo gobernador de los caucanos para el período (2024-2027), a pesar de tener un perfil quizás desconocido y sin experiencia. Le deseamos éxito en su gestión; sin embargo, la incógnita persiste sobre su capacidad para unir a los caucanos, siendo esto crucial debido a la división generada por su predecesor.
Es claro que Larrahondo priorizó su ambición personal y de grupo por encima del bienestar colectivo. Si bien ganó poder e influencia, parece no haberlo utilizado para servir, sino para su beneficio propio. Derrotó a rivales como sus exjefes, Temístocles Ortega, y Oscar Campo. La elección Amarildo Correa Obando, como nuevo director general de la Corporación Autónoma Regional, supuso una victoria sobre Francia Márquez. Sin embargo, el ciudadano caucano común sigue esperando soluciones reales a sus problemas.
Lo más preocupante es que deja un Cauca fracturado, sin liderazgos convincentes para cerrar las brechas sociales. Utilizó su investidura para dividir en lugar de unir voluntades. Es considerado "El crack" en el juego político, pero no para el pueblo.
La imposición de los intereses de Elias Larrahondo sobre los de Francia Márquez, con la designación de Amarildo Correa como nuevo director de la CRC, ha generado especulaciones sobre distanciamientos políticos. Estos sucesos nos llevan a reflexionar sobre el juego político actual. El supuesto acercamiento de Oscar Rodrigo Campo Hurtado a la vicepresidenta, Francia Márquez, evidencia un panorama en constante cambio, donde las alianzas se forjan y se deshacen.
En medio de este escenario, es crucial reconocer que la destreza política de Larrahondo no se traduce necesariamente en acciones contundentes para transformar la región. Mientras celebra sus victorias políticas, el verdadero desafío persiste: ofrecer soluciones reales a un pueblo que sufre el flagelo de la pobreza extrema, el hambre y la miseria.
Tenemos fe en que llegaría el día en que el pueblo sabio y pujante del Cauca esté listo para dar un giro de 180 grados. Para alzar la voz y no permitir más abusos desde el poder. La tarea pendiente es y sera forjar liderazgos genuinos que devuelva la esperanza a esta sufrida pero hermosa región.
¡El poder del cambio sigue intacto en manos de la gente! ¡Vamos, Cauca!