Elías Larrahondo: El Gobernador que fracturó al Cauca y perdió su camino político
La relación entre el exgobernador del Cauca, Elías Larrahondo Carabalí, y el actual mandatario departamental, Octavio Guzmán, parece haber llegado a un punto de ruptura definitivo.
Guzmán, quien asumió el cargo con una visión de unidad y reconciliación, ha marcado distancia de Larrahondo, dejando claro que no permitirá la continuidad de prácticas que considera dañinas para el departamento.
Larrahondo, reconocido como el primer gobernador afro del Cauca, representa un símbolo vivo de la lucha contra el racismo y el clasismo, dos flagelos que han marcado profundamente la historia de la región. Si bien su elección evidenció avances significativos hacia la inclusión y la equidad, aún persisten en Popayán y el Cauca quienes se creen de “sangre azul,” personajes que suelen ser motivo de burla entre las mayorías por su desconexión con la realidad.
Sin embargo, Larrahondo también será recordado por las profundas divisiones que marcaron su administración. Su falta de liderazgo en la iniciativa del “Pacto por la Vida” dejó fuera a los gremios empresariales, un sector indispensable para el desarrollo económico del Cauca. En un modelo capitalista, son los empresarios quienes, al asumir riesgos con su capital, generan riqueza y empleo. Al ignorar este hecho, Larrahondo debilitó un pilar esencial para el progreso y la prosperidad del departamento.
A esto se suma su cuestionable legado político. Aunque con su ingratitud logró romper la hegemonía de Temístocles Ortega, considerado el político más poderoso de las últimas décadas en el Cauca, lo hizo a costa de traiciones que han dejado una huella imborrable en su reputación. Fue Ortega, junto con figuras como César Cristian Gómez, Óscar Campo y Faber Muñoz, quienes le brindaron el apoyo necesario para alcanzar la gobernación. Sin embargo, Larrahondo no solo incumplió los acuerdos políticos con sus aliados, sino que también demostró una evidente ingratitud hacia Popayán, una ciudad que le otorgó un respaldo significativo en las urnas, gracias al apoyo de la maquinaria política local de ese momento.
Durante la administración de Elías Larrahondo no se invirtió ni una moneda de 100 pesos en Popayán. Este hecho contrasta con la esperanza de que el actual gobernador del Cauca, Octavio Guzmán, no cometa la misma ingratitud con la capital departamental. Popayán es una de las ciudades más resilientes de Colombia, cuna de formación profesional para muchos líderes regionales y pieza clave en sus logros personales y políticos. Es importante que quienes gobiernan no olviden el rol crucial de esta ciudad.
Actualmente, Larrahondo enfrenta un notable aislamiento político. Por su parte, Octavio Guzmán ha sorprendido con su capacidad para construir alianzas y promover la unidad, trazando una línea clara al decir “no más” a las prácticas de dominio y control que el exgobernador aún intenta ejercer. Guzmán ha decidido marcar distancia, enfocando su administración en un liderazgo transparente y comprometido con el cumplimiento de las promesas hechas al pueblo caucano.
Este enfoque será objeto de análisis en los próximos días, al cierre del año, cuando tengamos acceso a los indicadores de gestión que, según se ha informado, están en proceso de construcción. Será entonces cuando se podrá evaluar de manera concreta si Guzmán está cumpliendo con las expectativas y necesidades de los ciudadanos del Cauca.
El panorama de Larrahondo es desalentador. Sin el respaldo de figuras claves como Óscar Campo, quien recientemente se mostró junto a Jesús Elver González, destacado líder político del norte del Cauca, y con su única ficha política visible siendo Amarildo Correa en la Corporación Autónoma Regional del Cauca (CRC), las probabilidades de Larrahondo para alcanzar una curul en el Congreso son cada vez más remotas.
Elías Larrahondo es un ejemplo de cómo las traiciones y la falta de principios pueden destruir una carrera política. La confianza es el pilar de toda relación, sea política o personal. Cumplir acuerdos, respetar a los aliados y liderar con ética son valores esenciales para construir un legado sólido. La política, más que un juego de poder, debe ser un compromiso con el servicio público y el bienestar de las comunidades.
Así las cosas, queda claro que el sueño de que el primer gobernador afro del Cauca se proyectara como presidente de Colombia, como en su momento lo sugirió un medio de comunicación local, se desvanece rápidamente. Las divisiones que marcó en su administración, el aislamiento político que enfrenta, y su incapacidad para mantener alianzas estratégicas han debilitado significativamente su liderazgo. Lo que alguna vez pareció una posibilidad histórica para la región ahora se diluye entre los errores de gestión y las fracturas políticas que él mismo promovió.
El Cauca necesita líderes que trabajen con honestidad, coherencia y respeto. Solo así se podrá superar la fragmentación y avanzar hacia un futuro donde el progreso sea una realidad para todos.