Entre "Matadores" de la verdad, Juan Carlos Muñoz sigue al frente de la ciudad
Últimamente Popayán ha sido testigo de un fenómeno más preocupante que la inseguridad o los huecos en las vías

La epidemia de analistas de rostros. Sí, porque ahora resulta que el futuro de la ciudad se predice no con argumentos ni documentos, sino observando “la tensión en el rostro del alcalde”. Qué pena con Freud.
Nosotros sostenemos que una de las máximas del periodismo responsable es acudir a la fuente primaria. Por eso, le preguntamos directamente al alcalde Juan Carlos Muñoz Bravo sobre los rumores de una supuesta renuncia. Su respuesta fue clara y categórica: “No he presentado ni presentaré mi renuncia. Sigo comprometido con la recuperación de Popayán y comprometido los intereses de sus habitantes.”
Así que a quienes viven de sembrar incertidumbre para después facturar a través de la desinformación, les recomendamos al menos consultar antes de titular. Porque convertir una mueca facial en una conspiración política no es periodismo: es desesperación económica.
Y sí, lo decimos con la sinceridad que nos da el compromiso con nuestra ciudad: tenemos diferencias con el alcalde Muñoz, muchas en la ejecución de sus políticas, pero lo que nadie puede negar ni siquiera los mercenarios de la desinformación es que después de décadas, Popayán tiene al frente a un hombre decente. Un hombre que no hace negocios con lo público, que no reparte contratos entre amigos, y que ha osado enfrentar los poderes fácticos que por años se tragaron esta ciudad a cucharadas.
¿O ya se les olvidó quiénes vendieron nuestros servicios públicos al mejor postor? ¿Quiénes convirtieron las basuras, el tránsito y hasta los parqueaderos en negocios privados donde las utilidades se van para Medellín, Bogotá o cuentas en el exterior, mientras Popayán sigue sin inversión social? Eso sí fue decadencia.
Llama la atención que quienes hoy se rasgan las vestiduras por una supuesta renuncia que solo existe en sus redes, guardaron un silencio cómplice cuando los anteriores alcaldes convirtieron la administración en una oficina de corretaje. Pero claro, en ese entonces sí les pagaban pauta, les compraban conciencias y hasta les redactaban los boletines. Hoy, sin contratos y sin acceso, gritan con pitos y matracas lo que nadie cree. Cavaron su propia tumba con su ruido vacío. Eso sí, siempre hay un servidor público despistado sediento no de agua, sino de poder, que aún los contrata para que le hagan defensa. Ya se sabe: Dios los hace, y el oportunismo los junta.
Nosotros no tenemos amnesia selectiva ni línea editorial arrodillada. Lo decimos con total claridad: el daño a Popayán lo hicieron los gobernantes que entregaron el alma de esta ciudad a los negocios, no los que intentan recuperarla.
Así que, por favor, menos tarot periodístico y más periodismo serio. No le jueguen sucio a la ciudad solo porque se les acabó el contrato o no les contestan el WhatsApp en la alcaldía.
Popayán merece información, no manipulación.