Esta es la trampa mortal que existe en inmediaciones de la plazoleta San Francisco de Popayán
Además de la invasión del espacio público por vendedores ambulantes en este punto del Centro Histórico, ahora la tapa dañada de una recámara es un peligro para los peatones.
La ausencia de autoridad y liderazgo institucional en Popayán vuelve a quedar en evidencia frente al deterioro progresivo del espacio público, particularmente en uno de los puntos más emblemáticos del Centro Histórico: la plazoleta San Francisco. Este lugar, de alto valor patrimonial, cultural y turístico, hoy aparece copado de manera ilegal por vendedores ambulantes, sin que se evidencie una intervención clara y sostenida por parte de la administración municipal ni de la oficina encargada de velar por el uso adecuado del espacio público.
La situación no solo afecta la estética y la vocación histórica del sector, sino que también golpea directamente la imagen de la ciudad ante propios y visitantes. La plazoleta, que debería ser un escenario ordenado, limpio y seguro, se ha convertido en un espacio saturado, desorganizado y abandonado por la autoridad, reflejando una preocupante falta de control institucional.
A esto se suma un riesgo aún mayor: la existencia de una verdadera “trampa mortal” sobre uno de los andenes del sector, una estructura en mal estado que pone en peligro permanente a peatones, adultos mayores, personas con discapacidad y turistas. Pese a la evidente amenaza, no se observa acción alguna por parte de la Alcaldía, ni de las dependencias responsables de infraestructura, gestión del riesgo o espacio público, lo que despierta serias dudas sobre el compromiso real con la seguridad ciudadana.
La falta de intervención no puede seguir justificándose en discursos administrativos o en la complejidad social del comercio informal. Si bien es claro que muchos vendedores requieren alternativas dignas y concertadas, también es obligación del gobierno local garantizar el orden, la movilidad peatonal, la seguridad y la conservación del patrimonio histórico, principios que hoy parecen relegados.
La pregunta es inevitable y necesaria: ¿existe realmente liderazgo y autoridad en Popayán para velar por la buena presentación, el orden y la protección de los espacios públicos? ¿Quién responde si ocurre una tragedia por el mal estado de un andén o por la falta de control en zonas altamente transitadas?
Mientras no haya decisiones claras, acciones visibles y voluntad política, la ciudad seguirá perdiendo no solo su imagen, sino también la confianza de sus ciudadanos. El Centro Histórico de Popayán no puede seguir siendo símbolo de abandono institucional, cuando debería ser ejemplo de orden, cultura y respeto por lo público.