¿Hasta cuándo el silencio cómplice frente a las urbanizaciones ilegales en Popayán?

Promesas incumplidas, autoridades ausentes y un cerro tutelar destruido agravan el drama ambiental y social en el barrio Los Sauces.

¿Hasta cuándo el silencio cómplice frente a las urbanizaciones ilegales en Popayán?

En medio de la lluvia de esta noche, los habitantes del barrio Los Sauces, al sur oriente de Popayán, volvieron a vivir una pesadilla que se repite cada vez con más frecuencia: el deslizamiento de barro desde la loma donde avanzan urbanizaciones ilegales, arrasando con la capa vegetal del cerro tutelar y poniendo en riesgo a decenas de familias. Ancianos, mujeres y niños pasaron horas sacando lodo de sus casas mientras la institucionalidad sigue brillando por su ausencia.

Este desastre es consecuencia directa de intervenciones ilegales en una zona de alto valor ambiental y riesgo geológico. La situación tiene antecedentes en la administración del exalcalde Juan Carlos López Castrillón, bajo la cual se iniciaron obras sin control en el cerro tutelar y en el que según el Plan de Ordenamiento Territorial esta prohibido urbanizar. Pese a múltiples denuncias, no hubo intervención decidida por parte del entonces mandatario ni de sus secretarías.

Pero lo más indignante para los residentes es que el actual alcalde, Juan Carlos Muñoz Bravo, quien prometió "recuperar Popayán" y aseguró en una reunión con la comunidad, hace más de tres meses, que tomaría cartas en el asunto, no ha cumplido su palabra. Hoy, no solo no se ha frenado la urbanización, sino que ya se levantan viviendas en la zona, agravando un problema que amenaza con convertirse en tragedia.

Una ciudad sin planeación, sin autoridad y sin colectores de aguas lluvias

El barrio Los Sauces no cuenta con un sistema adecuado de colectores de aguas lluvias. Solo existen unas canaletas que conducen el agua hacia quebradas cercanas. Sin embargo, cada nueva vivienda construida de manera ilegal aumenta el volumen de agua que baja de la loma, por causa de las urbanizaciones ilegales, sobrecarga estas canaletas y eleva el riesgo de inundaciones.

“La gente cree que el barro es lo peor, pero cuando ya no haya barro porque todo lo cubrieron con cemento, lo que habrá serán inundaciones. ¿Y luego qué? ¿A quién le vamos a reclamar?”, expresó una vecina mientras paleaba lodo en la entrada de su casa.

Este episodio vuelve a poner sobre la mesa una verdad dolorosa: Popayán es una ciudad donde no hay control urbano efectivo, donde se lucra la ilegalidad y donde las necesidades legítimas de vivienda de los más pobres se convierten en terreno fértil para los negocios sucios entre urbanizadores piratas y políticos oportunistas.

¿Y las autoridades qué?

Pese a las reiteradas denuncias, ni la Oficina de Planeación Municipal ni la Inspección Urbana ni la Secretaría de Gobierno han actuado con firmeza. No hay sellos de suspensión visibles, no hay capturas ni sanciones ejemplares. Solo promesas vacías y actas de reuniones que terminan engavetadas.

Peor aún, se sigue permitiendo que estas urbanizaciones ilegales avancen, deteriorando aún más un cerro que debería ser protegido por su valor ambiental, cultural y estratégico. La omisión institucional está dejando que el mercado negro de la tierra imponga sus reglas en Popayán.

¿Quién responde?

La pregunta que queda en el aire es: ¿quién responderá cuando ocurra una tragedia? ¿Quién explicará por qué las advertencias fueron ignoradas? ¿Quién asumirá la responsabilidad política y legal cuando una avalancha de lodo o una inundación cobre vidas?

Por ahora, solo los ciudadanos están respondiendo… con su trabajo físico, con sus bienes afectados, con su salud expuesta, y con su indignación acumulada.