La desigualdad no es el problema, la pobreza sí
Mientras la política insiste en señalar la desigualdad como el gran mal de Colombia, la pobreza sigue siendo la verdadera condena de millones.
En Colombia, se nos repite una y otra vez que el problema es la desigualdad. Pero la verdad es que la verdadera tragedia nacional es la pobreza, que políticos de todos los colores usan como pretexto para ganar votos, perpetuar su poder y enriquecerse a costa del pueblo.
La confusión deliberada
Se nos ha hecho creer que el enemigo a derrotar es la desigualdad. Pero la desigualdad es, en muchos casos, un resultado natural de la diversidad de talentos, esfuerzos y decisiones. Lo que destruye vidas no es que alguien tenga más, sino que millones no tienen lo suficiente para vivir con dignidad.
El uso político de la pobreza
Gobiernos de derecha e izquierda han convertido la pobreza en su mejor negocio. Hablan de igualdad para encubrir su incapacidad de generar oportunidades reales. Reparten subsidios, crean clientelas y mantienen dependencias, mientras la gente permanece atrapada en la miseria.
“El problema no es que existan diferencias, el problema es que exista hambre.”
Los que siempre ganan: los políticos
Los discursos sobre igualdad terminan fortaleciendo a la misma clase política que promete soluciones. Y lo hemos visto una y otra vez: con banderas distintas, pero con idénticos resultados. Los únicos que progresan son ellos, mientras la ciudadanía paga más impuestos y ve menos futuro.
La salida: un Estado más eficaz, no más grande
El remedio no está en multiplicar ministerios ni en estatizarlo todo, sino en un Estado más pequeño y eficaz. Que garantice seguridad, justicia y libertades, y que deje de entorpecer al ciudadano que quiere emprender, trabajar y prosperar.
💡 Preguntas clave
- ¿De qué sirve hablar de igualdad si no resolvemos la pobreza?
- ¿Cuánto tiempo más aceptaremos que la miseria se use como herramienta electoral?
- ¿No es hora de exigir menos discursos y más oportunidades reales?
La desigualdad no es la condena de Colombia: lo es la pobreza. Mientras sigamos confundiendo el síntoma con la enfermedad, los políticos seguirán usando nuestro dolor como moneda de cambio. El reto es romper esa manipulación, exigir un Estado más eficaz y defender la libertad como la base de la verdadera prosperidad.
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