La eterna espera del Hospital del Norte: el elefante blanco que creció bajo la ineptitud de los últimos gobernadores del Cauca
La salud en el norte del Cauca pende de un hilo, estrangulada por la inoperancia y la costosa eternidad de un proyecto que debería ser un faro de esperanza.

El nuevo Hospital Regional Francisco de Paula Santander. Concebido como una necesidad apremiante para atender a una población que supera con creces la capacidad del edificio actual (diseñado para 20.000 y hoy al límite con más de 400.000 o incluso 460.000 personas), esta obra se ha convertido en un vergonzoso "elefante blanco", símbolo de la negligencia administrativa, la falta de planeación y la gestión cuestionable que han marcado a las últimas administraciones de la Gobernación del Cauca.
La necesidad de un nuevo hospital de segundo nivel con servicios de tercer nivel es innegable. Su inclusión como prioridad dentro del Contrato Plan Norte del Cauca, cuyo Acuerdo Estratégico se suscribió el 19 de enero de 2013, marcó el inicio de esta larga y frustrante saga. El gobernador que impulsó este plan en ese momento era Temístocles Ortega Narváez (mandato 2012-2015). Sin embargo, desde el principio, la planeación falló: antes de construir en el lote originalmente donado para el hospital, se cambió la ubicación, argumentando imposibilidad técnica y generando la necesidad de comprar un nuevo terreno ($1.474’970.000) y realizar nuevos estudios y diseños ($400 millones), añadiendo retrasos y costos tempranos.
La construcción, con un presupuesto inicial de alrededor de 37.000 millones de pesos, comenzó finalmente el 8 de septiembre de 2017. El gobernador en ese entonces era Óscar Rodrigo Campo Hurtado (2016-2019). La obra, que se prometió inicialmente para ser entregada en ¡solo 11 meses! (el 31 de julio de 2018), se hundió rápidamente en una espiral de suspensiones y prórrogas, demostrando que las promesas electorales no se correspondían con la realidad de la gestión. Bajo su mandato se acumularon las primeras suspensiones, justificadas por traslados de redes o ajustes en la cimentación y estructura debido al cambio de lote.

Llegó la administración del autoproclamado líder político del norte del Cauca, Elías Larrahondo Carabalí en enero de 2020. A su cargo estuvo la gestión de la suspensión por la pandemia de COVID-19 y, crucialmente, la parálisis de la obra que se hizo evidente en octubre de 2022 debido al incumplimiento y baja capacidad del contratista. El proyecto quedó abandonado y con deficiencias técnicas, alcanzando un avance reportado del 70% para abril de 2023. Esta situación llevó al Departamento Nacional de Planeación (DNP) a imponer una medida de protección, suspendiendo el pago de recursos de regalías por el abandono del proyecto. Para levantar esta medida y permitir la reactivación, la Gobernación del Cauca, en el último tramo de la administración de Larrahondo (quien gobernó hasta finales de 2023), debió adicionar 12.400 millones de pesos. Esta inyección de recursos públicos buscaba evitar la pérdida total de lo invertido y se sumaba a los ya elevados costos proyectados para la infraestructura (más de $42.000 millones) y la dotación ($23.000 millones).
Bajo la actual gestión de Octavio Guzmán que se ha anunciado la reactivación de las obras del hospital en febrero de 2025, un paso forzado en gran medida por las acciones del DNP para desbloquear los recursos de regalías que estaban en riesgo.

La historia de este hospital es, por tanto, una crónica del fracaso y la inacción que atraviesa varios gobiernos departamentales:
- Temístocles Ortega Narváez: Inició el proyecto en el Contrato Plan pero permitió cambios de planeación que generaron retrasos y costos desde el inicio.
- Óscar Rodrigo Campo Hurtado: Contrató la obra en 2017 con una promesa de entrega rápida que nunca cumplió, acumulando las primeras suspensiones y prórrogas.
- Elías Larrahondo Carabalí: Le correspondió gestionar la parálisis del proyecto en 2022 y, para posibilitar su reactivación, tuvo que comprometer una adición multimillonaria de recursos públicos.
- Octavio Guzmán: Recibe un proyecto paralizado y costoso, y bajo su mandato se anuncia la reactivación (febrero 2025), gestionando la fase final de una obra marcada por años de retraso.
Cada uno, en su periodo, ha sido parte del problema. Han permitido que la falta de planeación, la gestión contractual deficiente (evidenciada en las 45 modificaciones y múltiples suspensiones y prórrogas), y situaciones cuestionables como que el representante legal del consorcio que perdió la licitación (José Rodrigo Astaiza Gallego) terminara siendo Secretario de Infraestructura encargado de vigilar el contrato, conviertan este proyecto en un "elefante blanco". La exsecretaria de Infraestructura reconoció la "cultura" del retraso y la falta de planeación, así como la subcontratación y cesión de responsabilidades sin licitar. El contratista inicial, Fernando José Castro Spadaffora, ha sido señalado en otros medios por retrasos y problemas en proyectos en otras regiones.
Este "elefante blanco" no es solo un monumento a los recursos públicos (miles de millones) mal invertidos o en riesgo. Es, sobre todo, la condena para los más de 400.000 habitantes del norte del Cauca a seguir viviendo el "paseo de la muerte", sin acceso a una atención de mediana complejidad y obligados a buscar auxilio en otras ciudades con desenlaces trágicos.
La comunidad está harta, apática ante tantas promesas incumplidas. No bastan los anuncios de reactivación o las culpas a terceros; la responsabilidad política y administrativa recae directamente en quienes han ostentado el cargo de Gobernador del Cauca en las últimas administraciones. Es hora de que asuman las consecuencias por haber permitido que la salud de miles de ciudadanos se volviera un "elefante blanco" y un símbolo de la ineficiencia gubernamental. El norte del Cauca exige y merece un hospital funcional, no más costosos recordatorios de promesas rotas y recursos dilapidados.