Los idiotas útiles del Concejo de Popayán: trabajaron gratis para Óscar Campo
La elección de Daniel Muñoz como presidente del Concejo en 2026 confirmó lo que se sospechaba: el representante Óscar Campo movía los hilos desde Cambio Radical, y diez concejales terminaron sirviendo a su proyecto político, decimos diez, porque Muñoz ya sabía.

Lo que se manejaba como rumor ahora es un hecho: la elección de Daniel Muñoz, concejal del Partido Conservador, como presidente del Concejo Municipal de Popayán para el año 2026, fue orquestada, silenciosamente, por el representante a la Cámara Óscar Rodrigo Campo Hurtado, del partido Cambio Radical.
Sí, la reunión política del conservatismo caucano terminó de revelar la jugada: los hilos estaban bien amarrados y los concejales que votaron por Muñoz fueron, sin saberlo (o sabiéndolo), los idiotas útiles de una estrategia electoral rumbo al Congreso.
La sospecha que se confirmó
Durante semanas circuló la versión de que Óscar Campo movía influencias dentro del Concejo para asegurar una presidencia afín a su línea política. En su momento no lo publicamos, porque no había pruebas concretas. Sin embargo, la reciente reunión del conservatismo caucano despejó toda duda: allí apareció Daniel Muñoz, presentado con honores como presidente electo del Concejo de Popayán y flanqueado por Campo, quien celebraba la “unidad de las fuerzas de oposición democrática”.
La foto lo dice todo. Las coincidencias también.
La jugada perfecta
Con la elección de Muñoz, el conservatismo caucano y Cambio Radical lograron lo que parecía improbable: tomar control del Concejo Municipal justo a tiempo para articular la estrategia de cara a las elecciones al Congreso de 2026.
La reunión, presidida por Duvalier Cifuentes, presidente del Directorio Conservador Departamental, y con figuras como José Darío Salazar, José Gabriel Silva y José Gerardo Piamba, se convirtió en la evidencia que faltaba.
El discurso fue solemne: “unidad, orden y reconstrucción moral del país”. Pero entre líneas se leía lo evidente: ya tienen presidente del Concejo y estructura política consolidada en Popayán.

Los idiotas útiles de la politiquería
Diez concejales creyeron que estaban construyendo gobernabilidad, pero en realidad estaban allanando el camino para que Óscar Campo, desde Cambio Radical, extendiera su control político sobre la capital del Cauca.
El propio Daniel Muñoz, quien se presenta como un “independiente conservador”, terminó siendo la ficha más visible de una jugada perfectamente calculada.
Lo más irónico es que quienes lo eligieron aún intentan justificar su voto bajo el discurso de la “independencia política”, cuando los hechos demuestran exactamente lo contrario.
Sin embargo, lo verdaderamente relevante es que los movimientos sociales, las comunidades y la ciudadanía en general ya conocen el modus operandi de algunos concejales de Popayán: a muchos no les interesa el bien común ni ejercen un verdadero control político; utilizan su curul como moneda de cambio para negociar favores personales o asegurar cuotas de poder.
Así ha quedado demostrado cada vez que, con el aval de las mayorías del Concejo, los mandatarios de turno han entregado el patrimonio público a intereses privados.
La tensión política se salió de control en el Concejo de Popayán
La tensión política interna llegó a tal punto que, al finalizar la sesión del día de ayer, los 11 concejales ganadores, en lugar de celebrar su victoria, se mostraron visiblemente incómodos, casi tristes, como si algo se les hubiera escapado de las manos. En su afán por justificar sus acciones, terminaron reaccionando con agresividad frente a los 8 concejales que perdieron la presidencia, pero ganaron en dignidad.
El ambiente se tornó tan tenso que el presidente del Concejo, Alexander Trujillo, dio por terminada la sesión de manera abrupta, sin permitirle el uso de la palabra al concejal Luis Inchima, una decisión que, claramente, no se ajusta a los principios democráticos.
Molesto por la censura, Inchima expresó con firmeza: “Ustedes no dan garantías”. Ante ello, el concejal Jhon Ortiz, olvidando que ya no porta el uniforme de la Policía, levantó la voz intentando callarlo. El cruce verbal escaló rápidamente y ambos concejales estuvieron a punto de irse a los golpes.
La discusión, originada por las diferencias tras la reciente elección de la mesa directiva, terminó en un episodio bochornoso que dejó al descubierto la fractura interna y la falta de liderazgo que hoy domina la corporación.
En el fondo, todo este episodio refleja una verdad incómoda: Popayán vuelve a ser utilizada como tablero electoral por los mismos de siempre.
Lo que se presentó como un ejercicio de “autonomía política” del Concejo resultó ser un acuerdo entre conservadores y Cambio Radical, una alianza que fortalece la maquinaria de cara a las próximas elecciones legislativas y deja al descubierto la ingenuidad, o la complicidad, de quienes votaron sin medir el alcance de su decisión.

La historia es clara: el Concejo de Popayán no eligió a un presidente, eligió a un operador político.
Y mientras Óscar Campo afila su discurso sobre la “reconstrucción de Colombia”, esos diez concejales quedarán en el registro político como los idiotas útiles que hicieron el trabajo sucio sin cobrar honorarios.
Popayán merece debates, no peones.
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