Los puntos críticos de basura en Popayán, un desafío colectivo sin resolver
Nuestra ciudad blanca conocida por su riqueza histórica y cultural, enfrenta una problemática que empaña su belleza.
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Los puntos críticos de basura. Al igual que en muchas ciudades de Colombia, como lo señala el artículo de El Espectador sobre Bogotá, este no es un inconveniente exclusivo de la capital; Popayán no es ajena a esta realidad. Los residuos mal dispuestos en calles, esquinas y ríos evidencian una crisis que lleva años sin resolverse, y que pone en tela de juicio tanto la acción de las autoridades como la responsabilidad de los ciudadanos.
El problema trasciende la simple acumulación de desechos. En Popayán, barrios como La Paz, La Esmeralda o el sector histórico enfrentan diariamente la presencia de escombros, plásticos y restos orgánicos que no solo afectan la estética de la ciudad, sino que representan un riesgo para la salud pública y el medio ambiente. El río Molino, que cruza la ciudad, suele convertirse en un vertedero improvisado, agravando la contaminación hídrica. Esta situación refleja una falla estructural en la gestión de residuos, pero también un déficit en la vigilancia y el control por parte de las autoridades locales.
¿Cuántos comparendos por infracciones al Código Nacional de Policía y Convivencia se imponen mensualmente en Popayán por mal manejo de basuras? Aunque no existen cifras públicas precisas y actualizadas al día de hoy, 28 de febrero de 2025, es evidente que la aplicación de sanciones sigue siendo insuficiente. Según datos generales de la Policía Nacional en ciudades intermedias colombianas, las multas por arrojar residuos en espacios públicos (que pueden llegar a los 833.000 pesos conforme al artículo 111 del Código) rara vez se traducen en un cambio de comportamiento. En Popayán, la percepción ciudadana es que las autoridades no están asumiendo plenamente su rol de vigilancia y sanción. ¿Es falta de voluntad política, de recursos o de coordinación? Sea cual sea la razón, el resultado es el mismo: los puntos críticos persisten.
Sin embargo, culpar únicamente a las instituciones sería injusto. Como ciudadanos, los popayanejos también tenemos una responsabilidad ineludible. La separación en la fuente, el uso adecuado de los horarios de recolección y la reducción del consumo de plásticos de un solo uso son acciones que están a nuestro alcance. En una ciudad de aproximadamente 320.000 habitantes (según proyecciones del DANE para 2025), si cada persona genera en promedio 0,7 kg de basura diaria, estamos hablando de unas 224 toneladas de residuos al día. De estas, un porcentaje significativo podría reciclarse o compostarse, pero termina en las calles o en el relleno sanitario por falta de conciencia colectiva.
La solución no puede recaer solo en las autoridades ni solo en los ciudadanos; es una tarea de todos. Las administraciones locales deben fortalecer las campañas de educación ambiental, aumentar la frecuencia de recolección en zonas críticas y, sobre todo, hacer cumplir el Código de Policía con estadísticas claras de sanciones que sirvan como disuasivo. A su vez, los habitantes de Popayán debemos asumir un rol activo: desde los estudiantes que transitan el centro histórico hasta los comerciantes de las plazas de mercado, todos podemos contribuir a cambiar esta realidad.
Popayán merece ser más que una postal de casas blancas y calles empedradas; merece un presente limpio y sostenible. Mientras las autoridades no asuman con seriedad su labor de control y los ciudadanos no tomemos conciencia de nuestra huella, los puntos críticos de basura seguirán siendo un recordatorio de lo que pasa cuando la indiferencia se impone. Esto no es solo un problema de estética o de salubridad, es un reflejo de nuestra capacidad como sociedad para trabajar juntos. ¿Seguiremos mirando al lado, o daremos el primer paso? La respuesta está en nuestras manos, y en las de quienes nos gobiernan.