Manipulación en redes sociales: Desinformación y ataques infundados sobre movilización indígena
Las redes sociales se han convertido en un terreno fértil para la desinformación y los ataques políticos sin fundamento.
En las últimas horas, se ha viralizado un mensaje en el que se acusa al gobierno de transportar guerrilleros disfrazados de indígenas en aviones oficiales para llevar a cabo "movilizaciones populares" en Bogotá. La publicación, que tilda al presidente de "loco" y lo acusa de usar los recursos de la reforma tributaria para financiar estos actos, se basa en un video que ha sido deliberadamente manipulado y compartido sin verificar los hechos.
El mensaje en cuestión no solo es falso, sino que deforma gravemente la realidad. Se ha comprobado que las imágenes utilizadas no tienen relación alguna con una movilización indígena ni con un supuesto uso indebido de los aviones del gobierno. El video corresponde a la “Operación Esperanza”, un extraordinario esfuerzo militar y humanitario que logró el rescate de cuatro menores que habían desaparecido en la selva del Guaviare.
¿Por qué se difunde esta manipulación?
Es evidente que esta publicación busca generar confusión, deslegitimar los procesos de movilización social y fomentar la polarización en el país. El uso de términos despectivos como "guerrilleros" para referirse a las comunidades indígenas, y las acusaciones infundadas sobre la reforma tributaria, no solo demuestran una profunda irresponsabilidad por parte de quienes comparten estas mentiras, sino que también promueven el odio y la intolerancia en un contexto ya suficientemente tenso.
Es fundamental que como ciudadanos, pero especialmente como medios de comunicación, seamos conscientes de la importancia de verificar la información antes de compartirla. En este caso, la tergiversación de imágenes de una operación militar tan importante como el rescate de los niños en Guaviare, es un acto de irresponsabilidad social. Quienes viralizan estos contenidos están jugando con la verdad y manipulando la opinión pública con fines claramente políticos.
Este tipo de ataques sin pruebas también buscan debilitar las instituciones y sembrar dudas sobre los actos de gobierno, sin tener en cuenta los daños colaterales que esto genera en la sociedad. Cada publicación falsa que se difunde no solo desinforma, sino que también aumenta la desconfianza en las fuentes legítimas de información, creando un caldo de cultivo para la anarquía informativa. Este es el verdadero peligro de la desinformación: cuando la verdad se pierde en un mar de mentiras, es la sociedad entera la que sufre las consecuencias.
Además, el ataque constante a las comunidades indígenas a través de la desinformación y la demonización busca desacreditar su papel en la historia y la política del país. Reducir su lucha y su existencia a acusaciones de ser guerrilleros no solo es una muestra de ignorancia, sino que perpetúa estigmas dañinos que no contribuyen ni a la paz ni al entendimiento social, especialmente en el Cauca, una región donde la diversidad es motivo de orgullo.
Es urgente que los usuarios de redes sociales, periodistas y ciudadanos en general, entiendan el daño que generan este tipo de publicaciones. Cada vez que una mentira se comparte, una parte de la verdad se distorsiona, y cuando la verdad se distorsiona, la democracia y la paz se ven afectadas. No se puede permitir que las mentiras políticas se disfracen de hechos y que los ataques infundados sustituyan al debate informado y respetuoso.
El video compartido no corresponde a ninguna movilización indígena ni a ninguna acción ilegítima del gobierno. Por el contrario, forma parte de una de las operaciones humanitarias más conmovedoras que ha vivido Colombia en los últimos tiempos. Usar estas imágenes para hacer un ataque político no solo es irresponsable, sino que demuestra un absoluto desprecio por la verdad y por el esfuerzo de quienes trabajaron en el rescate de los menores. Las redes sociales tienen el poder de informar, pero también de engañar. Depende de cada uno de nosotros asegurarnos de que lo que compartimos sea verdad, no una herramienta de manipulación.
Es hora de ser responsables con la información, de detener la propagación de mentiras y de defender la verdad, sin importar las diferencias políticas o ideológicas.