Media Maratón en Popayán: ¿Un evento deportivo o un reflejo de improvisación y cuestionamientos?
La Media Maratón de Popayán, inicialmente concebida como un evento para fomentar el deporte y la integración social, ha terminado convirtiéndose en un ejemplo de improvisación administrativa, manejo cuestionable de recursos y promesas incumplidas que tendría implicaciones legales.
La Media Maratón de Popayán, promovida por la Alcaldía en los últimos días del año, no solo ha sido objeto de dudas por su apresurada organización, sino también por los elevados y cuestionables gastos administrativos que la acompañan. Lo que debería ser un evento para destacar el deporte y la integración social, se ha convertido en un ejemplo de improvisación y poca transparencia en el manejo de los recursos públicos.
La Secretaría de Deporte de Popayán ha sido el epicentro de múltiples controversias. Desde el nombramiento de Guillermo Marmolejo, queda en evidencia que los malos asesores y el alcalde Juan Carlos Muñoz no prestaron atención a los serios cuestionamientos legales que pesaban sobre él, derivados de investigaciones de la Fiscalía por presunto peculado y falsedad en documentos. En teoría, esta situación debió corregirse con el nombramiento de Luis Felipe Sánchez; sin embargo, lamentablemente para los intereses de Popayán, la gestión de Sánchez ha suscitado dudas debido a la falta de resultados concretos y decisiones polémicas.
Gastos administrativos desproporcionados
Uno de los aspectos más alarmantes son los 30 millones de pesos destinados a sueldos administrativos en tan solo cinco días. Esta cifra, presentada sin mayor desglose ni justificación, genera dudas sobre la metodología utilizada para evaluar y aprobar el presupuesto. Además, el uso de cifras redondas en el proyecto sugiere una falta de rigurosidad en las cotizaciones, lo que abre la puerta a posibles sesgos o sobrecostos.
¿Existieron cotizaciones reales? ¿Se llevó a cabo un análisis del sector para determinar los costos razonables de un evento deportivo de esta magnitud? Estas preguntas permanecen sin respuesta, mientras el gasto parece más orientado a cumplir con formalismos administrativos que a garantizar la calidad del evento.
Una carrera hecha a contrarreloj
Organizar una media maratón en menos de una semana no solo es un reto logístico, sino también un motivo de preocupación por la falta de planificación. Entre las metas declaradas se incluyen:
Capacitaciones a 2.400 personas en teoría deportiva en un lapso de 10 días, sin claridad sobre los mecanismos, participantes o impactos reales.
Producción y distribución de 4.400 camisetas y medallas, una logística compleja que parece poco realista en el tiempo disponible.
Adquisición de 1.200 sillas, cuyo propósito en un evento de esta naturaleza aún no ha sido explicado.
A esto se suma el desembolso del 50% del presupuesto total al firmar el convenio, sin que se haya evidenciado ningún avance en la ejecución, lo que pone en tela de juicio los controles financieros de la administración.
¿Rigor en la evaluación de proyectos?
El diseño y la evaluación de este proyecto parecen haber carecido del rigor necesario. La falta de claridad en los criterios utilizados para aprobar este convenio y las cifras sospechosamente redondeadas no solo generan dudas sobre su viabilidad, sino también sobre la transparencia con la que se están manejando los recursos. ¿Cuáles fueron las cotizaciones reales? ¿Se realizó un análisis del sector para determinar la pertinencia y costos del evento? ¿Se consultó con expertos en eventos deportivos o se improvisó una propuesta para cumplir con la ejecución presupuestal?
Estas preguntas son fundamentales en un contexto donde los recursos públicos deben ser gestionados con eficiencia y transparencia, especialmente cuando el presupuesto destinado a esta maratón supera los 700 millones de pesos, una cifra exorbitante considerando el tiempo y las condiciones en las que se pretende llevar a cabo.
La improvisación como norma
Es inevitable comparar este evento con la Media Maratón del Cauca, organizada meses atrás por la Gobernación. Aquella contó con una planificación detallada y logró un verdadero impacto en la comunidad. En contraste, la carrera de Popayán parece una acción desesperada para justificar la ejecución presupuestal de la Secretaría de Deporte antes del cierre del año fiscal.
Esta improvisación no solo afecta la credibilidad de la administración, sino también la confianza de los ciudadanos, quienes esperan que sus impuestos se utilicen para proyectos bien estructurados y de verdadero beneficio colectivo.
La ciudadanía merece explicaciones claras sobre este evento. Es necesario conocer las bases de este convenio, los análisis que lo sustentan y las medidas adoptadas para garantizar su correcta ejecución. No se puede permitir que los recursos públicos se gestionen con ligereza, especialmente en un contexto donde las necesidades reales de la comunidad permanecen insatisfechas.
La ciudadanía payanesa merece más. Merece un gobierno que no solo prometa, sino que cumpla; que no solo ejecute, sino que lo haga de manera ética y eficiente.
Así las cosas, la recuperación de Popayán anunciada por Juan Carlos Muñoz, tras las últimas administraciones que convirtieron lo público en un vil negocio, continúa aplazada. Sin embargo, es importante recordar que la verdadera recuperación de Popayán siempre ha estado en manos de sus habitantes, quienes tienen la responsabilidad de exigir rendición de cuentas y reflexionar seriamente sobre el rumbo que desean para su ciudad en el futuro próximo. Porque, si algo queda claro, es que esta carrera hacia el desarrollo aún tiene un largo camino por recorrer.