Minería Ilegal Arrasa el Río Sambingo Mientras la CRC Permanece en Silencio
La Tragedia del Río Sambingo y el Silencio Inaceptable ante la Minería Ilegal
La minería ilegal sigue devastando nuestros ríos, tierras y comunidades en Colombia, y uno de los casos más trágicos es el del río Sambingo, en el Cauca.
Desde que fue declarado en 2016 como el primer río en desaparecer a causa de esta actividad criminal, la situación no ha mejorado. De hecho, las recientes denuncias de la Red por la Vida y los Derechos Humanos del Cauca revelan que la extracción ilegal de minerales, especialmente de oro, sigue destruyendo el Sambingo y otros ríos en los municipios de López de Micay, Patía, Mercaderes y más allá.
El silencio de las autoridades es ensordecedor. Amarildo Correa Obando, director de la Corporación Autónoma Regional del Cauca (CRC), hasta el momento no se ha pronunciado ni ha dado la cara a las comunidades afectadas. Esto resulta inaceptable, dado que la CRC tiene como misión "promover y propiciar el desarrollo sostenible a través de la administración de los recursos naturales renovables y el ambiente, comprometiendo en este proceso a los actores sociales del departamento del Cauca". A pesar de esto, la CRC parece ausente en uno de los momentos más críticos para la defensa de los recursos naturales del Cauca.
La CRC también tiene una visión clara para el futuro: "Ser una institución líder en la gestión y el ejercicio de la autoridad ambiental que contribuye, con calidad, a la conservación y protección del patrimonio natural y al desarrollo de una cultura ambiental". Sin embargo, esa visión parece una promesa vacía mientras la minería ilegal sigue arrasando ríos como el Sambingo, Micay, Timbío, Quilcacé y Ruíz. La inacción de la CRC y su director solo fortalece la percepción de abandono por parte de las instituciones que deberían estar protegiendo estos ecosistemas.
Este problema no es solo ambiental; es una crisis de derechos humanos. Las comunidades que habitan a lo largo de estos ríos han sido despojadas de su sustento y su derecho a vivir en un entorno saludable. En 2019, más de 8,000 personas en Mercaderes votaron "sí a la vida" en una Consulta Popular Autónoma, rechazando las actividades minero-energéticas en sus territorios. Sin embargo, este mandato de la gente ha sido ignorado, y la maquinaria amarilla sigue operando sin control, destruyendo los ecosistemas y, con ellos, la esperanza de las comunidades.
La minería ilegal no solo degrada el ambiente, sino que perpetúa un sistema de violencia y exclusión. Los recursos naturales, que deberían ser sagrados, se han convertido en el botín de actores ilegales, mientras que las autoridades que tienen el deber de proteger estos bienes públicos permanecen en silencio. El silencio de Amarildo Correa Obando y la CRC es particularmente preocupante, porque no se trata solo de una omisión administrativa, sino de una traición a la misión de la entidad que encabeza.
Es necesario que las autoridades actúen con urgencia y determinación. Las comunidades del Cauca no pueden seguir esperando respuestas que nunca llegan. La CRC, como autoridad ambiental, debe asumir su rol y liderar la lucha contra la minería ilegal en el departamento. No solo está en juego el futuro de nuestros ríos, sino la dignidad de las comunidades que dependen de ellos para sobrevivir.
No podemos permitir que más ríos sigan desapareciendo ante nuestros ojos. La desaparición del Sambingo es solo un síntoma de un problema mucho más profundo: la indiferencia de las instituciones frente a la destrucción ambiental y humana. Los recursos naturales del Cauca no pueden seguir siendo explotados por intereses ilegales mientras las comunidades sufren las consecuencias. Es hora de que Amarildo Correa Obando, la CRC y todas las autoridades competentes actúen con la firmeza que la situación demanda.
La minería ilegal debe ser erradicada, y la CRC debe estar a la altura de su misión y visión institucional. La promesa de "promover el desarrollo sostenible" y "contribuir a la conservación y protección del patrimonio natural" no puede seguir siendo solo un enunciado en un documento oficial. Los caucanos merecen una CRC comprometida con su bienestar y con la protección de sus recursos, y no una entidad ausente en los momentos más críticos.
¡Es hora de proteger nuestros ríos, nuestras comunidades y nuestro futuro!