Ni Uribe ni Petro: la corrupción sigue siendo el poder que gobierna a Colombia
De Álvaro Uribe a Gustavo Petro, pasando por Santos y Duque, los escándalos se repiten. La ideología no importa: la corrupción es el único proyecto político que no cambia en el país.

Desde la derecha del uribismo hasta la izquierda del petrismo, Colombia ha visto desfilar gobiernos que prometen acabar con la corrupción y terminan protagonizándola. El Estado se ha convertido en una piñata, donde las ideologías cambian, pero las manos que roban siguen siendo las mismas.
Uribismo: la doctrina del todo vale
- Yidispolítica: compra de votos en el Congreso para lograr la reelección de 2006. Varios condenados.
- Agro Ingreso Seguro: subsidios para pequeños campesinos desviados a grandes terratenientes. Andrés Felipe Arias condenado.
- Chuzadas del DAS y caso Uribe: espionaje ilegal, falsos testigos y la condena del expresidente en 2025 por fraude procesal y soborno.
Santismo: la bonanza con letra pequeña
- Odebrecht: dineros ilegales en la campaña de reelección en 2014. El gerente Roberto Prieto sancionado.
- Reficar: desfalco monumental que comprometió a Ecopetrol; sobrecostos equivalentes a 18 veces Odebrecht.
- Cartel de la Toga: magistrados vendiendo justicia a políticos corruptos.
- Fonade: contratos direccionados, tráfico de influencias. Caso Benedetti en juicio.
Duquismo: el discurso de transparencia se ahogó en la Ñeñepolítica
- Ñeñepolítica: audios donde se hablaba de compra de votos para la campaña de 2018. Silencio institucional.
- Centros Poblados (MinTIC): 70 mil millones desaparecidos en nombre de la conectividad. La ministra Abudinen renunció, pero el dinero no apareció.
Petrismo: el cambio también huele a viejo
- UNGRD y los carrotanques: desvío de recursos para asegurar apoyos políticos.
- Nicolás Petro: juicio por lavado de activos y enriquecimiento ilícito. El hijo del presidente, en la mira.
El ciudadano paga con su esperanza y con su bolsillo. Con cada impuesto que se cobra en la tienda del barrio, se financia una maquinaria que no construye ni transforma, sino que saquea.
Mientras la corrupción se convierte en política de Estado, la educación, la salud y la infraestructura agonizan. No hay ideología que sirva cuando el Estado está capturado por clientelas.
Propuestas para la lucha contra la corrupción
Reducir el Estado al mínimo esencial: un gobierno limitado es menos susceptible al saqueo.
Menos impuestos, más control social: con menos dinero en manos del Estado, hay menos tentación para los corruptos.
Transparencia radical y mercados abiertos: que los contratos públicos se asignen como en el mercado: de frente, con reglas, sin padrinos.
Estado como árbitro, no como jugador: cuando el Estado lo controla todo, lo roban todo.
La corrupción no es de derecha ni de izquierda: es de los que gobiernan sin control. Uribe no la derrotó. Santos la sofisticó. Duque la ignoró. Petro la repite.
Y el ciudadano, ese que paga hasta por respirar, es quien carga con las consecuencias. Colombia necesita menos discursos y más instituciones blindadas. Porque el poder absoluto, ya sea con ruana o con corbata, siempre termina igual: robando.
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