Petro pierde convocatoria: el pueblo despierta ante el fracaso del Estado omnipresente

Colombia está despertando. Las multitudes que antes seguían a Gustavo Petro con fervor han comenzado a dispersarse.

Petro pierde convocatoria: el pueblo despierta ante el fracaso del Estado omnipresente

El presidente ha perdido poder de convocatoria, como quedó en evidencia durante la jornada de protesta realizada ayer en las principales ciudades del país, incluyendo Popayán. La razón es sencilla: la gente ya no le cree. No se trata de un capricho opositor ni de una campaña de desprestigio; son los hechos los que están pasando factura. Los colombianos están cansados de los discursos rimbombantes y las promesas sin sustancia. Están hastiados de ver cómo quienes se autoproclaman salvadores del pueblo terminan engrosando la misma clase política privilegiada que dicen combatir.

Mientras millones de ciudadanos madrugan cada día para ganarse el sustento con esfuerzo, desde el Palacio de Nariño se predica austeridad, pero se disfruta de privilegios que insultan la realidad nacional. ¿Cómo explicar los contratos amañados en la UNGRD, los nombramientos de amigos y aliados sin méritos, y el ya célebre “De malas, seguiré yendo en helicóptero”, junto con los gastos millonarios en viajes y esquemas de seguridad para la élite del gobierno? ¿Cómo hablar de lucha contra la corrupción cuando los escándalos ya no se pueden contar con los dedos de una mano?

El pueblo no es tonto. Petro ha perdido credibilidad porque sus actos desmienten su discurso. Habla de dignidad, pero la reduce a un eslogan. Habla de equidad, pero reproduce los peores vicios de la politiquería tradicional. Y lo peor: insiste en un modelo de Estado omnipresente, paquidérmico e ineficiente que se alimenta del trabajo de los más pobres para sostener a burócratas que no producen, pero sí consumen.

Por eso, cada vez más colombianos comprenden que la verdadera justicia social no nace de un Estado inflado, sino de liberar al individuo de sus cadenas. La propuesta es clara: hay que reducir el Estado a su mínima expresión funcional, eliminando la burocracia inútil y limitando la interferencia de quienes viven del sistema. No para destruir lo público, sino para dignificarlo. No para acabar con la solidaridad, sino para hacerla real y no un mecanismo clientelista.

El pan de cada día no lo pone el Estado: lo pone el trabajo honesto del tendero, del agricultor, del transportador, del obrero, del emprendedor. Lo pone cada colombiano que no espera subsidios, sino que exige condiciones para prosperar con dignidad.

Petro ya no arrastra multitudes porque ha quedado desnudo ante la realidad: no hay coherencia entre lo que dice y lo que hace. No hay liderazgo cuando se gobierna desde la improvisación, la victimización y la arrogancia. El país necesita menos Estado, más libertad, más responsabilidad individual y más respeto por quienes generan riqueza desde abajo.

A Colombia el único mesías que le sirve es Jesús el Cristo. Lo que realmente necesita este país son ciudadanos libres, conscientes y valientes, capaces de levantar la cabeza y decir con firmeza: ¡basta de vivir para mantener a una casta política que no trabaja, no produce y no representa!

Popayán y el Cauca: promesas incumplidas y obras postergadas

En enero de 2023, durante una visita a López de Micay, el presidente Gustavo Petro prometió la construcción de una vía que conectaría Popayán con el mar Pacífico, un proyecto de 40 kilómetros que simbolizaba el desarrollo e integración de una región históricamente marginada. Sin embargo, hasta la fecha, la obra no ha pasado de ser un anuncio, generando incertidumbre y desilusión entre los caucanos.

Asimismo, la doble calzada entre Popayán y Pasto, fundamental para la conectividad del suroccidente del país, fue anunciada con una inversión de 21.8 billones de pesos. No obstante, su construcción está supeditada a la priorización de recursos en el presupuesto nacional de 2026, lo que implica que, en 2025, no se destinarán fondos para su ejecución .

En cuanto a la vía alterna El Estanquillo-Popayán, el Gobierno Nacional ha aplazado por tercera vez la publicación del pliego definitivo para su contratación. Esta situación genera preocupación en las comunidades de la región, que ven cómo se repite el patrón de promesas no cumplidas.

Los caucanos, herederos de una historia de lucha y resistencia, merecen más que promesas vacías. Es hora de exigir coherencia y resultados concretos, pues el desarrollo de la región no puede seguir siendo postergado por la falta de voluntad política y administrativa.