Popayán, entre los lixiviados de la desidia y las altas tarifas de la recolección de basura
En Popayán, los problemas con la gestión del servicio de aseo se han convertido en una herida abierta que sangra sobre las calles de la ciudad.
Desde la concesión otorgada por la administración de Ramiro Navia en 2010, la privatización del servicio, primero bajo el nombre de Serviaseo y ahora como Urbaser, ha sido una fuente constante de denuncias y malestar ciudadano.
Las tarifas exorbitantes, el deterioro en la calidad del servicio y, más recientemente, un presunto derrame de lixiviados en las vías públicas han puesto en evidencia la incapacidad de esta empresa para gestionar adecuadamente la recolección de residuos. ¿Dónde están los controles de las autoridades? ¿Por qué los usuarios deben pagar por un servicio deficiente que, además, amenaza la salud pública?
El abogado Jesús Adrián Obregón, reconocido por su férrea postura en el Concejo Municipal, ha vuelto a alzar la voz, esta vez denunciando este último escándalo ambiental. Como si no fuera suficiente con las quejas por el doble cobro del servicio de aseo denunciado por el concejal José Luis Diago, ahora nos enfrentamos a una crisis sanitaria producto de una gestión negligente y una falta de voluntad política para resolver el problema.
La situación ha llegado a un punto crítico: en 2025, la concesión de Urbaser está programada para expirar, y es la oportunidad perfecta para que Popayán recupere el control de este servicio público esencial. No se trata solo de una cuestión económica, sino de dignidad.
Las utilidades generadas por el aseo deben reinvertirse en el bienestar de los ciudadanos, no en los bolsillos de un privado que ni siquiera cumple con los estándares básicos de operación.
Con tanto derrame de lixiviados y basura acumulada, quizá Urbaser esté esperando ganar un premio a la instalación del primer spa urbano de Popayán. Solo falta que nos cobren un extra por "aromaterapia ambiental".