📍 Popayán y el Cauca no pueden seguir midiéndose por lo bajo

Durante siglos, Popayán . y el Cauca fue orgullo del suroccidente colombiano: Popayán, capital de un Estado soberano, cuna de presidentes, centro del poder eclesiástico, referente cultural, joya arquitectónica y alma de la República.

📍 Popayán y el Cauca no pueden seguir midiéndose por lo bajo

Pero desde hace más de cien años, esta ciudad, otrora protagonista de la historia nacional, ha sido condenada al olvido, al abandono, al rezago. Y lo más doloroso: al conformismo.

"Popayán no puede seguir midiéndose por lo bajo", me dijo una vez mi buen amigo Santiago Zambrano Simmonds. Sus palabras siempre retumbarán en mi mente, pero sobre todo en el alma. Y es que, definitivamente, no podemos aceptar, como si fuera natural, que tengamos las tarifas más altas del Colombia en el servicio de energia elecrtica mientras nuestro presente y futuro permanecen a oscuras. No podemos seguir celebrando únicamente el pasado, mientras el presente se nos desmorona entre la violencia, la pobreza y la desidia. No podemos contentarnos con un centro histórico pintado de blanco, cuando en los barrios periféricos crecen la miseria y el hambre. No podemos seguir aplaudiendo a quienes administran la pobreza, en lugar de exigirles a quienes tienen el deber de liderar el desarrollo.

El atraso de Popayán y el Cauca en general no es casual ni reciente. Es el resultado de una historia donde se nos desmembró territorialmente, se nos arrebató la posibilidad de ser eje económico, y se nos silenció políticamente. Pero también ha sido el resultado de nuestras propias decisiones: de la comodidad de una élite encerrada en sí misma, de una dirigencia que prefiere los puestos a los proyectos, y de una ciudadanía que ha sido testigo silencioso de cómo la ciudad que lo tuvo todo, hoy se arrastra pidiendo migajas.

Ya basta. Popayán y el Cauca no puede seguir comparándose con los indicadores más bajos del país. No puede medirse por el mínimo de ejecución, el mínimo de inversión, el mínimo de presencia estatal. Esta ciudad no nació para sobrevivir a punta de subsidios y promesas incumplidas. Popayán y el Cauca merecen un plan de desarrollo digno de su historia, no una lista de buenas intenciones. Merecen liderazgo real, no improvisaciones políticas. Merece proyectos estructurales, no paños de agua tibia.

Es hora de levantar la cabeza. De exigir más y mejor. De pensar en grande. Porque el talento humano existe, porque la riqueza natural es evidente, y porque hay un legado que no puede quedar reducido a folletos turísticos.

Popayán y el Cauca no puede seguir midiéndose por lo bajo. Tiene que empezar a proyectarse hacia lo alto, como la ciudad digna, justa y moderna que alguna vez fue… y que aún puede volver a ser.