Popayán y el costo de una deuda histórica con los Solarte: ¿realmente hemos avanzado?

La confirmación del acuerdo para saldar una deuda de 128.000 millones de pesos con los Ingenieros Solarte marca un capítulo crucial en la historia financiera de Popayán.

Popayán y el costo de una deuda histórica con los Solarte: ¿realmente hemos avanzado?

Tras más de tres décadas de litigios, la Administración Municipal, liderada por el alcalde Juan Carlos Muñoz, celebra este logro como una victoria que evita acogerse a la Ley 550 de reestructuración económica. Pero más allá del alivio inicial, este acuerdo nos obliga a reflexionar profundamente sobre la gestión administrativa y financiera que nos trajo hasta aquí.

La carga de una deuda mal gestionada

El origen de esta deuda se remonta a contratos de obra pública firmados hace más de 30 años. Lo que inicialmente representaba una obligación de 4.800 millones de pesos, creció exponencialmente debido a intereses y la falta de resolución oportuna. Este caso no solo revela negligencias en la administración pasada, sino que expone un sistema municipal incapaz de priorizar la planeación financiera y el cumplimiento de compromisos contractuales.

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Hoy, mientras celebramos un acuerdo que evita mayores restricciones financieras, debemos preguntarnos: ¿es realmente un triunfo pagar 128.000 millones de pesos por una deuda que pudo haberse resuelto hace décadas? La respuesta es incómoda, pero necesaria: no es un triunfo, es el precio de la ineficiencia.

El cronograma de pagos acordado con los Ingenieros Solarte busca liberar recursos para proyectos estratégicos y garantizar el funcionamiento del municipio. Sin embargo, esta deuda histórica representa recursos que podrían haberse invertido en infraestructura, salud, educación o seguridad. ¿Cuántas oportunidades de desarrollo perdió Popayán por la incapacidad de sus supuestos líderes de afrontar este problema con responsabilidad y visión a largo plazo?.

La ciudadanía, que ha soportado durante décadas la entrega sistemática de servicios públicos a particulares que los hacen costosos y en algunos casos deficientes, merece saber cómo se evitarán casos similares en el futuro. Este acuerdo debe ir acompañado de un compromiso real de transparencia y control fiscal para que las finanzas municipales no vuelvan a ser un campo minado por la improvisación y la negligencia.

El alcalde Juan Carlos Muñoz ha demostrado que es posible gestionar soluciones en medio de dificultades históricas. Sin embargo, este acuerdo no debe ser el punto final, sino el inicio de un camino hacia una gestión pública más eficiente y responsable. Popayán necesita un liderazgo que mire más allá del corto plazo, que no solo apague incendios financieros, sino que construya bases sólidas para un desarrollo sostenible.

La deuda con los Solarte nos deja una lección dolorosa pero clara: cuando el interés público cede ante la desidia administrativa, el costo lo paga toda la comunidad. Es hora de que Popayán exija a sus gobernantes un compromiso inequívoco con la planificación, la transparencia y la responsabilidad.

Este acuerdo es un paso adelante, pero no una solución definitiva. La verdadera victoria será construir un Popayán libre de deudas históricas, con una administración pública capaz de anticiparse a los problemas y trabajar por el bienestar colectivo. La ciudad merece un futuro donde sus recursos se destinen al progreso, no a reparar los errores del pasado.

Hoy más que nunca, Popayán necesita recordar que las deudas no son solo económicas; también son morales. El mayor desafío será demostrar que hemos aprendido de esta amarga experiencia para no volver a repetirla. ¿Estamos listos para ese compromiso? Solo el tiempo y las acciones nos darán la respuesta.