¿Qué estamos haciendo tan mal en el Cauca?

Por: Carlos Salas

¿Qué estamos haciendo tan mal en el Cauca?

Dios me trajo al Golfo de Urabá con la Institución Universitaria Digital de Antioquia para entender cómo logran llevar educación pública de calidad a los rincones más apartados del campo colombiano.

Tuve el honor de asistir a la graduación de 21 estudiantes de la diplomatura en “Territorio, vida y dignidad” en Apartadó. La clausura fue un momento de gran emotividad, con una muestra de cariño y gratitud por parte de los orgullosos nuevos egresados.

Conocí a Arelys, de Necoclí, quien es Emberá; a Copeté, de la comunidad Manatí, a cinco horas de la última vereda de San José, un orgulloso Sinú; a Apolinar, de Arboletes, un municipio del norte, campesino y productor de cacao; y a Yenifer, de Mutatá, madre cabeza de familia, cuyo hijo mayor, Jason, ya estudia Desarrollo de Software con la IU Digital.

Les pregunté cuál era el secreto de Antioquia. Se miraron entre ellos y Arelys se encogió de hombros, diciendo "sin idea". Todos soltamos una carcajada, pues sabíamos que el español no es su prioridad, prefiere su lengua Emberá nativa.

¡Esa fotografía se quedará grabada en mi mente para siempre! Se las describo para que compartan conmigo sus conclusiones.

Dos Sinúes, una Emberá, una campesina, dos citadinos y una adolescente negra; compartíamos, entre sonrisas, la alegría de que hubieran terminado el último módulo en formulación de proyectos. Lucían sus atuendos con sombreros vueltiaos, "parumas" –los faldones de las Emberá–, manillas y mochilas de caña flecha, mientras comíamos "zarapa", un fiambre de arroz con coco, yuca y gallina, envuelto en una hoja de plátano.

¡Esa fue mi propia respuesta! El campo colombiano esconde, en el anonimato de las redes y los medios de comunicación contemporáneos, la realidad y las necesidades de muchas comunidades campesinas, indígenas y afro. Han encontrado en el trabajo comunitario la única forma de salir adelante.

En otras palabras, son capaces de ponerse de acuerdo para ayudarse mutuamente.

Aquí, la violencia es igual de sanguinaria, la corrupción es igual de asquerosa, y la falta de oportunidades y el desempleo son muy similares a los del Cauca.

La diferencia es que aquí se perciben como hermanos guerreros que, juntos, pueden salir adelante.

¿Crees que esta forma de pensar podría ser replicada en nuestro Cauca? ¿Qué opinan ustedes?

Les quiero.