Sociedad Enferma
Según el médico antioqueño Jorge Carvajal, creador de la Sintergética y de Manos para Sanar, vivimos en un país que sucumbe en una inestabilidad política y en una sociedad de consumo que nos enferma.
Esto hace que tengamos un afrontamiento negativo, pesimista y de baja autoestima que aumenta nuestro riesgo de enfermar o morir. Los pesimistas y resentidos, tienen mayor riesgo de morir jóvenes por causa de enfermedades autoinmunes como el cáncer. Para ellos, el riesgo es mayor que para las personas optimistas o positivas.
Igual ocurre con la gente neurótica de personalidad dominante, hostil, acelerada de prisa interior permanente, ellos por lo general mueren de infartos o aneurismas cerebrales. Cuando la gente no tiene paz, sucumbe ante enfermedades degenerativas, sufre múltiples inflamaciones, producto de las consecuencias negativas del estrés que dañan el sistema inmunológico aumentando el contagio de enfermedades virales o infecciosas.
La gente feliz muere vieja. La paz, el amor, la tranquilidad, el sosiego, las buenas relaciones son terapéuticos. La salud no es solo una cuestión de medicamentos, el dolor no es cuestión de opioides porque el dolor es una manera de gritar frente a la vida aquello que no podemos llorar de otra manera. Lo ideal es tratar de apartarnos de la farmacodependencia son tratamientos mercantilista y paliativos que alivian sin curar, para no afectar el negocio de los grandes laboratorios de la química farmacéutica.
Un hombre es feliz cuando tiene familia, empleo, vivienda, agua potable, saneamiento básico, recreación, cultura, deporte y está gravitando sobre la salud integral, eso sería maravilloso. Creemos que lo que nos enferma es la contaminación ambiental y eso está bien, pero lo que más nos enferma es la contaminación emocional, la agresividad total; nosotros respiramos no solo la atmosfera física sino la atmosfera emocional, la atmosfera mental. Cuando hay una familia emocionalmente enferma, los niños enferman por que viven en un ambiente de conflicto.
La reforma a la salud no puede edificarse a partir de la enfermedad, requiere que cada quien sea su propio terapeuta, responsable de su salud. Que nuestro bienestar no dependa solo del Estado, de los Hospitales, de los centros de salud, de las EPS, de los médicos; sino que dependa de nuestra inteligencia emocional, muchos profesionales de la salud están enfermos, hay que sanarlos, ellos están deprimidos, adictos a los medicamentos psiquiátricos. El exceso de trabajo los ha vuelto neuróticos y suicidas, porque no son felices y no están satisfechos con su medicina, la sociedad de consumos los hizo materialistas, piensan en su bolsillo y no en la gente, están deshumanizados y tratan a sus pacientes como fósiles moleculares que generan tratamientos costosos e inhumanos.
La reforma a la salud hay que hacerla bajo el entendido que la sociedad tiene creencias, cultura, conciencia, esperanza, sueños y todo eso gravita en la salud. Hay que sonreír, viajar, bailar, hacer deporte, compartir en fiestas con familiares y amigos, abrazar, besar, mirarse a los ojos, tratarse con cariño, sin maltrato ni violencia. Esto no quiere decir que tengamos que ser perfectos, nosotros no vinimos a tener sino a ser, y en ese ser está nuestra cultura, nuestra tradición, nuestra alegría. Los colombianos no nacimos para jubilarnos y para tener casa, carro y beca; nacimos para ser felices y no para tener mucho, hay que ser lo que somos, recuperar nuestra identidad, reconocernos, abrazarnos, tratarnos con amor, respeto y cariño, restaurando la unidad familiar y nuestra dignidad.
Tenemos un mundo con grandes avances tecnológicos, pero muy bruto emocionalmente, somos analfabetos emocionales. Hasta que no logremos ponerle corazón al intelecto para generar una cultura de inteligencia emocional, donde nuestro cerebro genere ideas virtuosas no lograremos ser ciudadanos saludables e íntegros.