Son 52 años del asesinato de Víctor Jara: la memoria y la voz de los pueblos latinoamericanos
Cada año, en el centro de Santiago de Chile, se rinde homenaje al cantautor Víctor Jara, asesinado en septiembre de 1973 tras el golpe militar de Pinochet. Víctor Jara fue torturado durante días y finalmente asesinado en el Estadio Chile, que hoy lleva su nombre.

Cada 16 de septiembre, los chilenos no solo recuerdan el brutal asesinato del artista Víctor Jara en los días posteriores al Golpe de Estado de 1973.
También se reencuentra con una de sus figuras culturales más universales: un creador que, desde la música y la cultura, levantó un puente entre el arte y las luchas sociales de los chilenos por la libertad y la democracia
Víctor Jara no fue únicamente un cantautor. Fue también director teatral, investigador de tradiciones populares del país y una figura clave en la consolidación de la Nueva Canción Chilena o la canción social.
Aunque nunca se sintió enteramente identificado con la “canción de protesta”, se erigió como un referente no solo en el país, sino que en toda Latinoamerica y el mundo.
Su voz, cálida y firme, dio vida a himnos como “Te recuerdo Amanda” o “Plegaria a un labrador“, piezas que trascendieron lo musical para convertirse en himnos sociales, para trabajadores, estudiantes y movimientos sociales en América Latina y el mundo.
Un 12 de septiembre, un día después del golpe militar, fue detenido por las Fuerzas Armadas y fue trasladado al Estadio Chile -convertido en centro de detención-. Durante su cautiverio, el cantautor fue sometido a torturas físicas y psicologicas. Testimonios, y la investigación judicial, han documentado golpes, mutilaciones en sus manos, agresiones verbales y brutales castigos.
Finalmente, fue asesinado el 16 de septiembre de 1973, con al menos 44 disparos. Con su muerte, Víctor Jara se transformó en algo más que un símbolo cultural, también se convirtió en símbolo de la lucha por la memoria y justicia.
Canto que se vuelve memoria
A más de cinco décadas de su partida, las canciones de Jara se escuchan aún en conciertos o manifestacioens. Su obra ha sido reinterpretada por músicos nacionales, desde Inti-Illimani hasta exponentes de géneros contemporánes, lo que demuestra su trascendencia hacia las nuevas generaciones.
Sus letras, simples en apariencia, pero profundas en sentido, condensan una poética del pueblo: la dignidad de lo cotidiano, el amor como fuerza transformadora, la esperanza como resistencia.
La figura de Víctor Jara ha trascendido el tiempo y la frontera de lo político para convertirse en un símbolo cultural global. Su nombre hoy da vida a teatros, festivales, calles, y hasta al Estadio Víctor Jara, donde pasó sus últimas horas. En la escena artística contemporánea, su influencia se expresa tanto en la creación musical comprometida como en la presencia constante de su imagen en murales, documentales y homenajes artísticos.
Recordar a Víctor Jara, desde su importancia cultural, política y social, es reconocer como su obra ayudó a redefinir lo que significa ser chileno, al punto que su historia es ahora parte de la lucha de todos los pueblos de latinoamericana.
Su capacidad para unir folklore y modernidad, arte y compromiso, lo sitúa como un referente que 52 años después sigue aún latente, indispensable para la identidad cultural del país. En cada aniversario de su muerte, su canto sigue vivo, no como un eco nostálgico, sino como una herencia activa que continúa inspirando luchas, obras y sueños.