Temístocles Ortega, venga, le explico por qué en el Cauca estamos tan jodidos.

Por: Carlos Salas Cardona

Temístocles Ortega, venga, le explico por qué en el Cauca estamos tan jodidos.

Unos manes muy inteligentes de apellido Prebisch, Escobar y Quijano sostienen que la riqueza de los pueblos se puede medir por el nivel educativo de su gente. Es lógico pensar que los pilos encuentran fácilmente soluciones a los problemas de sus comunidades mejorando sus condiciones. También explican que no es lo mismo estar en Mercaderes que en Bogotá.

Le voy a explicar con plastilina por qué no te han alcanzado dos gobernaciones y un Senado para construir un acueducto para tu familia y la gente que te vio crecer.

Imagínate que la hija de un paisano tuyo se graduó del colegio y se fue a Popayán a estudiar en la universidad porque en el pueblo no hay oportunidades. Después de recibir el título, intentó buscar trabajo por un par de años, pero se aburrió porque todos los cargos se cambian por votos, y se fue a Bogotá a hacer un posgrado, donde se quedó trabajando.
Toda esa educación y estadía fueron pagadas por sus papás con el sudor de su frente, trabajando sin descanso y sin agua. Pero, para los ojos desprevenidos de una sociedad en la que alejar a nuestros hijos buscando oportunidades se ve como progreso, ninguno de ellos mejoró sus capacidades o conocimientos. Por eso terminan eligiendo inútiles como vos, Luis Fernando o Ferney.

La gran mayoría de nuestros campesinos en los pueblos caucanos, según datos de la Unidad de Planeación Rural Agropecuaria (UPRA, 2022), tienen una formación académica de un niño de sexto de bachillerato, mientras que todos los rolos en promedio tienen tercer semestre de alguna carrera universitaria. Vos en Bogotá ni siquiera serías edil.

La teoría se llama Centro - Periferia y, en palabras cortas, relaciona los problemas de pobreza en los pueblos caucanos con el notorio progreso de las capitales colombianas, en función de los niveles académicos de sus habitantes. Si lo analizas con detenimiento, la mercadereña que logró estudiar terminó construyendo la riqueza de Bogotá, mientras que sus papás, que se quedaron trabajando de sol a sol y siendo engañados por políticos como vos, no tienen la capacidad de ver tu maldad y terminan creyendo en las falsedades que enarbolas en campaña.

Por eso, la politiquería caucana se dedica a hacer fiestas y reuniones en los pueblos, engañando a miles de personas en condiciones de pobreza y con un corazón libre de maldad; que no comprende que obligar a votar es un delito, o que un funcionario público no puede hacer campaña, o que un alcalde no es para pedir puestos, o que esa fiesta con aguardiente y sancocho cada 4 años no son muestras de cariño, sino la expresión más dantesca de la búsqueda de poder. Has construido tu carrera política aprovechándote de seres humanos que ven todo desde el amor, y vos no sos capaz ni de hacer un acueducto.
Explícale eso a Dios.

Con tus amigos, se han dedicado a construir poder sobre la desgracia y la pobreza de nuestros hermanos, padres y familiares. Se han encargado de destruir la esperanza de cambio en nuestro departamento y de alejar mentes brillantes que seguramente tendrían la solución para que, con agua, la gente que te amó y creyó en vos pudiera prosperar.
La próxima vez que te preguntes por qué estamos tan mal en el Cauca, entiende que es culpa tuya y renuncia. El ciclo se rompe construyendo oportunidades, no robandoselas.