Un desastre llamado “Pacto Histórico”
Moriré siendo de izquierda, nunca de derecha. Sin embargo, esto no impide denunciar el desastre que resultó ser el “Pacto Histórico”, cuyos máximos dirigentes prefieren llamarse “progresistas”, una expresión confusa y poco definida.
Al igual que la Revolución Venezolana, la entelequia del “Pacto Histórico” resultó ser una estafa.
El pacto se fraguó entre algunos sectores de izquierda sobrevivientes del terrorismo de Estado y ciertas tendencias de las derechas (tanto viejas como nuevas). Estas derechas, enquistadas en decisivas estructuras de poder, han dado un golpe de mano y, además de tener a Petro contra la pared, obstruyen su gestión, ya sea por acción u omisión.
Petro piensa y se expresa como candidato, no como Presidente. El pacto también se concretó con la gerontocracia sindical, con ONG y cuanta similar basura existe en Colombia, todos ellos tan corruptos, haraganes, vividores, clientelistas, violentos y peligrosos como su contraparte de las derechas. La “masa” de ese pacto sigue siendo burlada, violentada, ignorada y excluida. De vez en cuando, Petro y Francia (mandadera de Temístocles Ortega y Elías Larrahondo) lanzan declaraciones efectistas para apaciguar la desazón del electorado y luego huyen sin resolver nada.
Tal vez lo que hace que el “Pacto Histórico” pueda ser llamado “histórico” sea su incapacidad para depurar al conjunto de los organismos de seguridad del Estado y dotarlos de una doctrina distinta a la impuesta por el imperialismo estadounidense.
Este pacto es histórico porque le dio respiración boca a boca a la derecha y la revivió, la misma que pronto enterrará al “Pacto Histórico”. Se le puede denominar “histórico” a este pacto por utilizar las mismas prácticas de los gobiernos de derecha, por elevar a política de Estado la mediocridad, por su incapacidad para crear y ejecutar políticas novedosas, por administrar el orden dado, por mantener a los pobres con miserables limosnas y no sacarlos de tan ignominiosa condición.
Es “histórico” este pacto porque se acomodó al neoliberalismo y cohabita con él. No tiene iniciativa, la agenda la tiene la derecha, los dignatarios de ese pacto andan apagando incendios, no gobiernan, son contradictorios, no hay una básica unidad de pensamiento y acción en esa cueva de “progresistas”. Por su peculiar forma de entender y tratar a las delincuencias, bandas disputan el poder al Estado en múltiples regiones del país. Ojalá esto último no revierta en una nueva y más extendida paramilitarización de Colombia en el inmediato futuro. También por ello es “histórico” y un desastre ese tal pacto.