Un Llamado urgente a la paz y al diálogo en el Cauca

Hoy, el doloroso saldo de un muerto y dos policías heridos en medio de las protestas que azotan nuestra región nos confronta con una realidad que no podemos seguir ignorando.

Un Llamado urgente a la paz y al diálogo en el Cauca

Los bloqueos, las vías de hecho y la violencia nos han llevado a un punto de quiebre. Es un momento crítico que exige de cada uno de nosotros una reflexión profunda y sincera. Los mensajes que nos enseñó Jesucristo, basados en el amor al prójimo, la reconciliación y la paz, deben iluminar nuestro camino en estos tiempos oscuros.

El Cauca ha sido testigo de demasiada sangre derramada, demasiadas vidas truncadas por la violencia y la falta de entendimiento. En lugar de persistir en el conflicto, debemos buscar caminos de paz y reconciliación. La vía Panamericana, arteria vital para nuestra región, se ha convertido en un campo de batalla donde se sacrifican sueños y esperanzas. Pero el verdadero cambio no vendrá de la confrontación, sino del diálogo genuino, donde todas las voces sean escuchadas y respetadas.

Es comprensible la indignación y la frustración de nuestras comunidades indígenas, históricamente relegadas y olvidadas. Sus demandas de justicia y cumplimiento de promesas no pueden ser desestimadas. Sin embargo, es igualmente necesario reconocer que las vías de hecho, aunque nacen de una justa causa, terminan perpetuando un ciclo de dolor y división que solo nos aleja más de la paz que tanto anhelamos.

Hoy, como caucanos, debemos detenernos y reflexionar: ¿Qué es lo que realmente queremos para nuestra tierra? ¿Más dolor, más sufrimiento? ¿O un futuro donde nuestras diferencias se resuelvan a través del diálogo y el respeto mutuo? En nuestra hermosa tierra diversa debemos tener claro que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, a buscar el bien común y a sanar las heridas que nos dividen. Es tiempo de dejar atrás la violencia y abrirnos al perdón y la reconciliación.

Hacemos un llamado a todas las partes involucradas: al gobierno, a las comunidades indígenas, a las fuerzas del orden, a los líderes sociales y a cada ciudadano del Cauca. Es el momento de sentarnos a la mesa, de hablar con el corazón en la mano, de buscar soluciones que no impliquen más sacrificios humanos. Que esta jornada trágica nos sirva como un recordatorio de que la vida es sagrada y que cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de protegerla.

Los caucanos somos un pueblo valiente y resiliente. Hemos enfrentado adversidades que habrían derrotado a otros, pero siempre hemos encontrado la manera de levantarnos. Hoy, esa capacidad de superación debe manifestarse en la búsqueda de la paz. No podemos permitir que el odio y la desesperanza tomen el control de nuestras vidas. Es hora de unirnos, de demostrar que podemos resolver nuestras diferencias con sabiduría y compasión.

El futuro del Cauca está en nuestras manos. Dejemos de lado las armas y los bloqueos, y abracemos el diálogo como la única vía para construir un mañana donde todos podamos vivir en paz. No más vidas ofrendadas, no más dolor. Que el amor, la paz y la unidad guíen nuestro camino.