¿Y si esta vez la Cámara de Representantes tuviera la voz del Cauca profundo?
Víctor Armero, diputado del Cauca, se proyecta como la voz del pueblo que cansado de la politiquería busca llevar la lucha popular en la Cámara de Representantes.

Desde Argelia, Cauca, surge una voz que no le teme al poder: la de Víctor Armero, un líder que conoce el territorio, la pobreza y la dignidad del trabajo comunitario.
El diputado Víctor Andrés Armero Hernández representa hoy la fuerza de los que nunca han tenido voz en los grandes escenarios. Cansado de la politiquería y de los discursos vacíos, este caucano de raíces campesinas se estaría preparando para dar el salto al Congreso, con una promesa clara: pelear por la gente que los poderosos olvidaron.
El origen de una voz que nació en la tierra
Nacido en Argelia, Cauca, Víctor Armero creció entre cafetales, caminos de herradura y comunidades golpeadas por el abandono estatal. Su infancia no fue de privilegios, sino de esfuerzo. En cada paso, entendió que la verdadera política se hace con los pies en el barro, no con los zapatos lustrados del poder.
Empezó su carrera como concejal y secretario de gobierno de su municipio. Desde allí, aprendió a escuchar antes que a prometer. Más tarde, su liderazgo lo llevó a la Asamblea Departamental del Cauca, donde su nombre se consolidó como símbolo de trabajo de base y denuncia ciudadana.
El diputado que camina con la gente
A diferencia de muchos políticos que solo aparecen en campaña, Armero ha recorrido las veredas y corregimientos más olvidados. Ha denunciado públicamente obras abandonadas, ha exigido transparencia en los recursos del Cauca y ha estado presente donde el Estado no llega.
Su lema no es de escritorio: “Hay que levantar la voz por un Cauca mejor”.
En redes sociales, suele repetir que el departamento del Cauca “no puede seguir invisible”, frase que resume su convicción de representar a los que nunca son escuchados. Su votación de 16.898 sufragios en las elecciones de la Asamblea del Cauca no fue producto de maquinaria, sino del reconocimiento popular.
Contra la politiquería, con el pueblo
Víctor Armero no se vende como un mesías ni como un tecnócrata: se muestra como un ciudadano que se cansó de los mismos de siempre. Su crítica es directa: la politiquería ha convertido la democracia en un negocio, y su objetivo es romper ese círculo desde adentro.
Por eso afirma que no va al Congreso a negociar favores, sino a luchar por la dignidad de los caucanos, por los jóvenes sin oportunidades, las mujeres rurales, los campesinos sin tierra y los territorios que siguen pagando el costo del olvido.
Una batalla política que trasciende
Su eventual llegada al Congreso representaría una ruptura simbólica: un campesino que llega donde antes solo llegaban los apellidos. Un hombre que cambió la queja por la acción y el miedo por la palabra.
En un departamento donde la corrupción ha sido disfrazada de gestión, su mensaje es claro:
“No vine a hablar bonito, vine a que me juzguen por lo que haga.”
En un Cauca cansado del clientelismo, Representantes a la Cámara señalados de presunta corrupción y la indiferencia estatal, Víctor Armero encarna la posibilidad de una política que vuelve al origen: servir, no servirse.
Su candidatura no es una estrategia de poder, sino una respuesta de dignidad.
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