Zohran Mamdani conquista el poder de la poderosa Nueva York
El político, de 34 años de edad, será el alcalde más joven de ciudad desde 1892.
De candidato demócrata a alcalde de la gran ciudad de Nueva Cork, Zohran Mamdani. Este líder logró encarnar en un tiempo récord tanto la esperanza de un cambio en los Estados Unidos de Donald Trump como la impugnación del poder establecido de su partido, por eso hizo historia este martes 4 de noviembre.
A sus 34 años de edad, Mamdani se convierte ahora en el primer socialista que regirá los destinos de la capital mundial del capitalismo y en el primer mandatario musulmán de la ciudad que sufrió los ataques terroristas del 11-S. También, en el candidato más joven en lograrlo en un siglo.
Su triunfo electoral cuenta con pocos precedentes en una urbe que ha elegido a 110 alcaldes antes que a él, muy pocos inmigrantes, y en la que casi nadie lo conocía hace solo un año, empezó su trabajo para llegar a ese cargo.
Desde Entonces, era un integrante cualquiera de la Asamblea estatal de Albany. Desde ese discreto sitio, Mamdani viajó a toda velocidad rumbo a la fama global a lomos de un programa de izquierdas —sensato o populista, según se valore— basado en una apuesta por la asequibilidad que se confirmó este martes 4 de noviembre como irresistible para esos vecinos a los que cada día empuja un poco a poco más allá de sus límites la ciudad más poblada del país (8,8 millones de habitantes), que resulta ser también una de las más caras del mundo.
El nuevo alcalde de esa gran urbe, el primer ciudadano con raíces familiares sudasiáticas en reclamar el bastón de mando de Nueva York, lo hizo gracias a una campaña poderosa, apoyada en un dominio fuera de lo común del lenguaje de las redes sociales, como quedó demostrado en el momento del triunfo.
Bastaron 45 minutos para que los principales medios estadounidenses, también la agencia Associated Press, le dieran la victoria después de que los colegios electorales cerraran a las en las horas de la noche, y en ese momento su cuenta en X lanzó un sencillo vídeo de 10 segundos. En él se aprecia el interior de uno esos inconfundibles vagones del metro de la ciudad y un cartel de la estación de City Hall. Una voz anuncia a los viajeros: “La próxima y última parada es el Ayuntamiento”.
A esos golpes de efecto mediático, que Mamdani, o su campaña, lanzan sin mucho esfuerzo, se suma además un carisma a la vieja usanza, que recuerda al de esos políticos de las películas de antao, cómodos en la distancia corta del selfi, estrechando manos y besando bebés.
Con esa mezcla de sencilles, Mamdani logró ilusionar a un ejército de unos 100.000 voluntarios, un movimiento surgido en apenas unos meses atrás, que tocaron más de tres millones de puertas para pedir el voto para el candidato y repetir un argumento con tres puntos que destacan por encima del resto: autobuses gratis, congelación hasta 2030 de los alquileres controlados y guarderías sin costo para los niños menores de cinco años de edad, cosas que se pueden cumplir.
Esas sencillas ideas o propuestas, que repitió en el discurso posterior a conocerse su victoria en un teatro de Brooklyn y ante una multitud que las coreó con mucha alegría, le hicieron ganar con contundencia y por sorpresa en las primarias demócratas del pasado mes de junio. También dominaron este martes en una elección con participación récord de dos millones de personas —nunca vista desde 1969— en el favor de los votantes y frente a las objeciones de los contrincantes.
Estos, con el presidente Donald Trump a la cabeza de un plan extrema derecha, trataron de hacerlo pasar por un antisemita irredento, por su defensa de Palestina y su denuncia del “genocidio” en la franja de Gaza y por un apologista del terrorismo islamista, a pesar de que se evidencia de que es un pacifista. Y, sobre todo, lo presentaron como un comunista peligroso para ese país, listo para llevar a la bancarrota a la ciudad y devolverla a sus peores pesadillas de años atrás, cuando el plomo de la criminalidad desbocada de hace décadas.
Será a partir del 1 de enero, día en el que el nuevo alcalde jurará el cargo, cuando se podrá comprobar si esos temores sobre Mamdani son fundados o tan solo los fantasmas que agitó el poder establecido de la ciudad para detenerle el paso a este líder político, entre ellos los grandes empresarios a los rentistas, y de los tiburones de Wall Street a los activistas proIsrael y los mandarines culturales, para parar los pies a un candidato que se demostró imparable, sobre todo, aunque no solo, entre los jóvenes, los mismos que están casados de la guerras y la intolerancia.
“Soy musulmán. Soy socialista democrático. Y me niego a pedir disculpas por ello”, proclamó en su discurso, en el que desafió directamente al presidente de Estados Unidos, el poderoso Donald Trump. “Sé que me está viendo. Solo tengo tres palabras para usted: ¡suba el volumen [del televisor]!”. “Nueva York seguirá siendo una ciudad de inmigrantes, construida por inmigrantes e impulsada por inmigrantes. Y, a partir de esta noche, liderada por un inmigrante”.
Mamdani venció con holgura (50,4 por ciento de los votos) a sus rivales, que, también hay que reconocerlo, no eran los adversarios mejor equipados. El principal era el exgobernador demócrata del Estado de Nueva York Andrew Cuomo (41,6 por ciento), que había fiado a estas elecciones su resurrección política tras una ignominiosa renuncia en 2021 a una carrera de décadas, acosado por un escándalo de acosos sexuales. Ni él —con su pedigrí (es hijo de otro gobernador, Mario Cuomo), su aroma a vieja escuela y su cercanía a los poderes económicos y al establishment del Partido Demócrata— ni Curtis Sliwa (7,1 por ciento) —el aspirante republicano que nunca tuvo opciones reales en una plaza tradicionalmente progresista— pudieron con Mamdani, pese a que el lunes Trump apoyó a Cuomo. O tal vez fue por eso mismo.