Editorial: Primero de Mayo en Colombia: Entre la esperanza y la decepción, un llamado a la renovación
Hoy, mientras Colombia conmemora el Día Internacional del Trabajo, no hay espacio para celebraciones vacías.

Este primero de mayo debe ser un punto de inflexión para reflexionar sobre el rumbo del país, especialmente tras la llegada histórica de un gobierno de izquierda que prometió ser la voz de las mayorías.
Hace poco más de dos años, Gustavo Petro y Francia Márquez encendieron la llama de la esperanza con su promesa de gobernar para "los nadie y las nadie", con la bandera de la transformación social, la justicia para las mayorías y una Colombia digna para quienes siempre han sido excluidos. Pero hoy, esa llama titubea, lucha por no apagarse bajo el peso de una realidad cruda: el poder tradicional, disfrazado de cambio, ha secuestrado el proyecto.
El presidente Petro reconoció hace días, con honestidad, que su gobierno carece de un equipo cohesionado. No es casualidad. Como señaló el comentarista Iván Mejía, “tenemos un gran presidente, pero sin equipo”. La razón es clara: a la ola de cambio se subieron los mismos políticos que por décadas convirtieron lo público en botín. Popayán y el Cauca, cunas de líderes como Márquez, son ejemplos dolorosos. Concejalas y representantes que se autoproclamaron “alternativos” hoy reparten contratos a dedo, privatizan servicios esenciales y negocian con empresarios prebendarios, mientras las facturas de los servicios públicos ahogan a las familias.
La corrupción no tiene bandera
No importa si se visten de izquierda, derecha o se autodenominan independientes: en Popayán, el alcalde Juan Carlos Muñoz Bravo, quien prometió independencia, ha entregado dependencias clave a los mismos caciques políticos de siempre. ¿El resultado? Popayán lidera los índices de pobreza y hambre, mientras nuestros representantes posan sonrientes junto a quienes han saqueado al país.
Recibir un contrato a cambio de silencio no es solo una traición: es corrupción en su forma más pura.
Y esta práctica se replica en el Congreso, donde muchos de los supuestos defensores del pueblo se niegan a aprobar leyes que beneficien a las mayorías. Sin lugar a dudas, son los políticos "de todos los colores" quienes no están dispuestos a renunciar a sus privilegios.
Elecciones: el momento de la verdad
Frente a las próximas votaciones, este primero de mayo debe ser una advertencia: no basta con discursos. Exijamos coherencia. ¿De qué sirve un candidato anticorrupción que se alía con corruptos? ¿O un “independiente” que reparte cargos a reconocidos políticos que le han hecho daño a Popayán?
La respuesta está en los indicadores: si Popayán sigue sumida en la miseria, el abandono, la falta de sentido de pertenencia, ningún eslogan justifica el poder.
La responsabilidad es de todos
La renovación política no llegará solo con votos. Requiere ciudadanos que vigilen, cuestionen y exijan transparencia. Recordemos: los únicos que “viven sabroso” son quienes convierten el erario en su finca. Al resto nos toca trabajar, pero también organizarnos. La lucha contra la corrupción no es de un gobierno, sino de una sociedad que rechaza los atajos éticos.
Hoy, en medio de la desilusión, queda una certeza: Colombia merece líderes que honren el sudor de quienes construyen el país día a día. El primer paso es no claudicar. Como dijo Márquez en su posesión: “Hasta que la dignidad se haga costumbre”. Que este primero de mayo reafirme ese camino.
¡La lucha continúa!