Popayán, otra vez en la cuerda floja: ¿transparencia o favoritismo a puerta cerrada?

Mientras los discursos oficiales proclaman un supuesto "nuevo rumbo" para Popayán, en la práctica seguimos atrapados en las mismas viejas costumbres que, lejos de superarse, parecen perfeccionarse con cada administración.

Popayán, otra vez en la cuerda floja: ¿transparencia o favoritismo a puerta cerrada?

Esta vez, el debate gira en torno al contrato MPSS-SM-001-2025, destinado a prestar el servicio de esterilización canina y felina en zonas vulnerables del municipio, pero que ha dejado más dudas que certezas.

El proceso, ejecutado mediante selección abreviada de menor cuantía, ha encendido las alarmas ciudadanas por razones que no pueden simplemente pasarse por alto. ¿Con qué criterio técnico y jurídico se permitió que papelerías y comercializadoras, sin trayectoria en servicios veterinarios, pudieran participar en un proceso especializado? ¿Se trató de una omisión, una falta de rigor, o una jugada premeditada para garantizar que un solo oferente calificara?

No estamos frente a un simple error administrativo. Las condiciones restrictivas impuestas, limitación territorial, falta de exigencia de idoneidad técnica real contradicen principios fundamentales del Estatuto General de Contratación Pública: libre concurrencia, selección objetiva, transparencia. Y si este diseño fue intencional, como muchos expertos advierten, estaríamos ante una práctica que favorece intereses particulares por encima del bien común.
¿Esa es "La Alianza con Popayán" que se prometió?

En medio de este panorama surgen preguntas obligadas:

  • ¿Dónde están los filtros de control interno?
  • ¿Cuál ha sido el papel de la Secretaría de Salud, bajo la dirección de Claudia Milena Males Imbachí, en velar por la legalidad y la equidad del proceso?
  • ¿Qué responsabilidad asume el equipo jurídico que avaló unos pliegos a todas luces cuestionables?

Más preocupante aún: ¿por qué se ignoraron las observaciones ciudadanas que alertaban irregularidades? ¿Por qué se rechazaron solicitudes de ajuste que habrían abierto el proceso a una verdadera competencia técnica?
El silencio institucional ante estos interrogantes no hace más que profundizar la desconfianza ciudadana.

Señor alcalde Juan Carlos Muñoz Bravo:
¿Vale la pena arriesgar la credibilidad de su administración defendiendo un proceso tan débil? ¿No sería más sensato ordenar una revisión exhaustiva, corregir lo que haya que corregir y enviar un mensaje claro de transparencia antes de que los entes de control lo hagan, con el riesgo de sanciones mayores?

Esta columna no lanza acusaciones infundadas. Plantea una reflexión seria y necesaria sobre cómo se están tomando decisiones que comprometen recursos públicos y la confianza ciudadana. Popayán necesita transparencia, sí, pero también coherencia. Porque de nada sirve prometer buen gobierno si las prácticas siguen respondiendo a las lógicas de siempre: aquellas que privilegian a unos pocos y cierran las puertas a quienes de verdad pueden aportar.

¿Será este el modelo de contratación que marcará la gestión de los próximos años?
¿Estamos realmente ante una nueva etapa para Popayán, o simplemente reviviendo, con nuevos protagonistas, la vieja historia de procesos hechos a la medida?

No podemos olvidar que las últimas administraciones de Popayán se caracterizaron por hacer negocios con lo público, como lo evidencia la entrega sistemática de varios servicios públicos a manos privadas, con consecuencias nefastas que desde este medio hemos denunciado y que hoy siguen afectando a los payaneses. Por eso resulta profundamente triste y lamentable ver que el actual alcalde, Juan Carlos Muñoz Bravo, quien basó buena parte de su campaña en la promesa de independencia y transparencia en el manejo de los recursos públicos, hoy esté cada vez más expuesto a noticias que ponen en entredicho esa esencia y esa promesa de honestidad.

Es urgente que el alcalde mismo se apersone de estas situaciones reprochables y cuestionables, porque existe una gran diferencia entre un gobernante que comete errores y otro que, con su silencio o pasividad, permite que sus subalternos perpetren actos de presunta corrupción bajo su mandato.
Popayán no merece más indiferencia: merece una administración que honre la confianza ciudadana con hechos, no solo con palabras.

A los entes de control, a la ciudadanía vigilante y al propio gabinete municipal: este es el momento de actuar.
Que no sea un escándalo mayor el que nos obligue a enfrentar lo que ya resulta evidente a simple vista.

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