¿Quién hundió a Emquilichao? Crisis fabricada, culpables y responsabilidades
Esta información nos llega desde Santander de Quilichao como aclaratoria a la nota inicial.

la otra cara de la moneda sobre la crisis de Emquilichao.
Como medio de comunicación, lo más importante es advertir que en Santander de Quilichao no repita el camino de Popayán, donde la privatización del servicio de recolección y disposición de basuras terminó siendo una carga para la ciudadanía.
De empresa modelo a foco de denuncias, Emquilichao arrastra malas decisiones, sanciones fiscales y un costo millonario que hoy pagan todos los quilichagüeños.
Santander de Quilichao se pregunta hoy: ¿quién hundió a Emquilichao? La empresa que en 2013 era un referente nacional por su solidez, atraviesa ahora una crisis fabricada por malas decisiones administrativas, disputas sindicales y sanciones fiscales que comprometen el bolsillo de todos los ciudadanos.
De orgullo a crisis
Emquilichao no siempre fue sinónimo de ineficiencia. Durante años fue reconocida como empresa modelo. Sin embargo, decisiones equivocadas, divisiones sindicales y manejos cuestionados han terminado por erosionar su credibilidad y sostenibilidad.
La historia reciente muestra que el problema no nació con la actual administración municipal ni con la del alcalde Luis Eduardo Grijalba, como algunos discursos simplifican. El deterioro tiene raíces más profundas, y una de ellas lleva nombre propio: Luis Andrés Sadovnik Rojas.
El relleno de Quitapereza: un error que sigue costando
En 2014, bajo la gerencia de Sadovnik, se impulsó la fallida idea de convertir la celda de contingencia de Quitapereza en un relleno regional. La comunidad, engañada y ofendida, se opuso. El resultado fue la pérdida del predio y la obligación de trasladar las basuras hasta Yotoco (Valle del Cauca).
Hoy ese error cuesta caro: más de 3.300 millones de pesos anuales salen de Emquilichao solo para el traslado y disposición de residuos. Una carga insoportable para una empresa de este tamaño, que arrastra un lastre financiero evitable.
Sanciones y responsabilidades fiscales
A este panorama se suman las decisiones que llevaron a sanciones ambientales de la CRC y procesos de responsabilidad fiscal abiertos por la Contraloría General del Cauca contra varios exgerentes, incluido Sadovnik.
El ente de control determinó que la multa impuesta por contaminación en fuentes hídricas, que debía pagarse de manera personal, fue cancelada con recursos públicos de Emquilichao. Esa acción configuró un detrimento patrimonial, afectando directamente a la empresa y a toda la ciudadanía.
Entre sindicatos y política
No puede ignorarse que las disputas internas entre sindicatos (Sintraemsdes y Sintrademquilichao) han debilitado el clima laboral y dificultado la toma de decisiones estratégicas. Tampoco que Sadovnik, hoy nuestras fuentes nos manifiestan que aparte de haberse convertido en férreo crítico, responde a intereses políticos de figuras como Dilian Francisca Toro y la senadora Norma Hurtado, con quienes estaría alineado.
Esto abre un interrogante mayor: ¿las denuncias que se difunden buscan salvar a Emquilichao o se instrumentalizan como herramienta política?
La actual administración municipal ha repetido en distintos escenarios, incluido el Concejo, que no pretende privatizar Emquilichao. Esa es una buena noticia, pero insuficiente si no se acompaña de un plan de saneamiento, transparencia y modernización.
Según nuestra fuente de información, durante la gerencia de Andrés Sadovnik habrían quedado nombradas más de 30 personas, de las cuales 28 aún permanecen en la planta. Lo más delicado, advierte, es que la mayoría de ellas estarían con restricciones médicas que les impedirían cumplir plenamente sus funciones. Incluso, se señala que hay conductores de carros recolectores que supuestamente no pueden conducir porque el olor de las basuras afectaría su salud. Esta situación, de confirmarse, evidencia cómo las decisiones clientelistas y los acomodos políticos habrían convertido a Emquilichao en un lastre burocrático que limita su capacidad operativa y financiera.
La empresa aún tiene cómo recuperarse, pero no lo hará si sigue siendo utilizada como botín burocrático o plataforma política. El verdadero salvamento de Emquilichao no vendrá de discursos, sino de decisiones firmes que corten la corrupción, la improvisación y los intereses partidistas que la han hundido.
El debate sobre quién hundió a Emquilichao no es anecdótico: es una llamada de atención. Los responsables tienen nombres y apellidos, pero el costo lo siguen pagando miles de quilichagüeños que mes a mes confían sus recursos a una empresa que debe ser ejemplo de servicio público y no escenario de ambiciones políticas.
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